H A W K ❤

NOMBRE COMPLETO: Kazunari Takao.
EDAD: 18 años.
SEXO: Masculino.
ORIENTACIÓN SEXUAL: Demisexual.
RAZA: Shifter.
GRUPO DE PERSONAJE: Hitmen.
NACIONALIDAD: Japonesa.
DISTRITO: Euphium.


Takao no es más que un simple estudiante. Es conflictivo, calculador, estratégico, inteligente quien sabe meterse en problemas, pero también, eludirlos como cualquier genio. Sabe que es lo que le conviene, lo que necesita para sobrevivir en el mundo y, cómo cualquier otro estudiante normal sabe quién podrá ayudarlo a hacerlo. Es manipulador, un delincuente quien en sus manos posee todos los materiales necesarios para salirse con la suya en la actual sociedad. Para él, todo se realiza de forma lenta, con muchas ideas en la mesa que se puedan expresar de la forma más liberal posible, pero también, sabe de ante mano, que no todo lo que desea se podrá realizar como es visto. Kazunari se crío en un ambiente dónde la hostilidad es lo principal, el más fuerte sobrevive, el más débil: muere. Así de simple. Criado entre los hombres más horridos del planeta para actuar como a ellos le parecían. Eliminando cualquier emoción de él, y, sus ojos, al ser totalmente objeto de intimidación ayudaban lo suficiente para alejarlos de la sociedad: Muévete en ella, pero no te mezcles. Solían ser las palabras del líder.

Takao no posee sentimientos puros, pero tampoco, no es que no los utilice a su placer. Conoce las emociones de los demás a través de sus acciones, sabe quién le tiene miedo, a quien aterra con una sola mirada, pero también, comprende que hay muchos que intentan superarlo para tenderle una mano amiga. Esos amigos, son los que él más aprecia. Entiende más que nadie que nació con una mirada que aterroriza, pero también, que muchas de las emociones son superadas por los sentimientos. ¿Patético? Debería ser también poeta. Hablador, ¿cómo olvidar su cualidad más molesta? Habla, hasta cansarse. Eso, fue algo de lo que nadie pudo haberle frenado. Sarcástico, con una viperina lengua que es capaz de dejarte mudo con pocas palabras. No duda, en minutos cortos, en colocar apodos para hacer pasar mal a los demás. Le encanta, sin lugar a dudas, jugar con las emociones contrarias, es directo, egocéntrico, pero también, es capaz de manipular a los demás con pocas palabras. Se enorgullece de ello.

Kazunari usualmente es capaz de guardarse para si las emociones, se controla, hasta el punto de saber cómo actuar y porque actuar. No es impulsivo, analiza con suficiente tiempo en su cabeza sobre las acciones a realizar. No posee sentimientos, es capaz de asesinar a sangre fría si así se lo propone, sin embargo, suele aceptar solamente trabajos cuando sabe que su víctima… ¡Esa victima! No es nada más que un falso rostro dentro de esa sociedad. Pulcro, limpio, capaz de manejar todo a la perfección sin dejar una sola huella de que pudo ser él el asesino. Sin embargo, dentro de este mundo: ¿a quién le importa quien mate a quién? Solo son disfraces para ocultar las muertes que los más ricos suelen ordenar.

A su corta edad, sabe cómo utilizar a los demás y, sin lugar a dudas: porque utilizarlos. Todo lo que rodea al mundo siempre está ligado con las emociones más bajas de la humanidad –incluso, las criaturas caen en ellas– engaña, goza, se divierte a causa de las acciones de los demás que le dejan a él satisfecho de su trabajo. No es más que una cara angelical dentro de un demonio más de ese mundo. Es capaz de burlar a los más inteligentes para que realicen acciones que él quiera, controlar, entre los hilos de sus patas a los más astutos. Porque para poder sobrevivir en el mundo, su padre le había enseñado muy bien con sus acciones: necesitas manipular. Y, cuando ellos lo amaban lo suficiente, desapareció.

Un día el también desaparecería y, quedaría un vacío en la oscuridad. La oscuridad que vive de ellos.

Esa sonrisa, esa actitud amable, esa dulzura con la que habla a los demás no es más que una cubierta de lo que realmente es él. ¿Pero será que aquel que fue capaz de verle a los ojos pueda romper su muralla? Porque nunca antes, has visto llorar a Takao Kazunari.


« ¿Mi historia? ¿Por qué te interesaría mi historia? ¡Ah! ¿Por eso? Qué bueno estás informado, pero déjame contarte que no es nada del otro mundo, comparado con los desastres actuales, podría decirse que soy un estudiante común y corriente… ¿Epa, no me crees? Déjame iluminarte un poco, nací en una familia de clase alta, la élite de la élite, ¿te suena? No, ¿no te suena Takao? Bueno, somos japoneses, es normal, en nuestro país la élite de la élite era la política, ¿por qué mi Padre se vino a Inglaterra? Traición, ¿te suena? ¿Lo has escuchado alguna vez? Tal vez este demasiado oculto, fue en los sucesos que cambiaron al mundo, Japón había sobrevivido tan sólo un poco luego de todos los desastres, pero todavía habían cosas que no nacieron, no volvió a ser el sol naciente cuando más lo necesitaban huyó del país. Yo nací aquí, en Inglaterra, ¿y cómo me sé toda la historia? Juré que lo leí en alguna parte… ¡Ah, sí! El diario de mi madre. ¿Qué? ¿Qué si no me arrepiento? ¡Para nada! Eso me ayudo a saber más de mis raíces. En fin, dentro de esta ciudad fueron ciudadanos más, corrientes como la mayoría de los que viven aquí… ¿Eh, en serio? La verdad no sé, una noche desapareció y mi madre, murió. »

El nacimiento de un miembro más de los Takao fue el comienzo del renacimiento de la familia. Su madre, una mujer hogareña se llenó de todo el amor del mundo, cuando se enteró de que su hijo estaba a punto de nacer. Su marido, ese hombre intimidante que llegaba todas las noches con la cara larga, amargado, intentando adaptarse a todos los cambios que habían tenido a lo largo de los años mostro un cambio, en esos ojos afilados había algo más que brillaba: futuro. El matrimonio estaba destruyéndose, pero Kazunari; fue su salvador. El nacimiento del único hijo de los Takao rompió la rutina de ambos padres, el mayor, cada vez le tocaba trabajar más, sin embargo, al llegar a casa era recibido por los ojos de su hijo, quien intentaba, aún, en su mente pequeña, investigar lo que hacía. Su madre, esa adorable mujer trabajaba medio tiempo, aun así, vivían en una de las zonas más codiciadas de la ciudad. Ella era secretaria, ama de casa y su padre, poseía un fuerte trabajo. No en la política, porque todos los miembros del parlamento se conocían y él decidió dejarla, pero era un trabajo: un oscuro trabajo.

Cuando Kazunari cumplió los tres años, una noche, no vio llegar a su padre. Tan sólo era un niño pequeño, le preguntó a su madre sobre su llegada, ella, al no saber nada, dijo la primera mentira que estaría siempre en la cabeza de su pequeño: Llegará, más tarde. Pero nunca llegó, él siempre se sentaba en el borde de las escaleras a esperar que él entrara por esa puerta, le levantara del suelo, lo moviera en círculos y lo depositara junto a un beso en su frente. Su buen amado padre. Un hombre, del cual no tenía conocimiento alguno. Nunca más, supo de él. Su madre, quien le toco hacer doble turnos en el trabajo, llegaba cada día más cansada, cada día más enferma, se esforzaba de más, trabajaba mucho más duro por él, pero cada vez era más largo, cada vez el tiempo de contacto se iba alargando. Kazunari tenía cinco años cuando la mujer enfermó, a los seis, murió. El pequeño se quedó solo, en un apartamento vació, uno que había sido comprado por su padre, sin embargo, ¿Quién lo mantendría? ¿Quién cuidaría de él?

No lo sabía.

Nunca lo supo.

Hasta que una noche, la puerta fue tocada un par de veces. Él, sin familia, intentando sobrevivir solo la abrió. Encontrándose a un hombre alto, de aspecto tenebroso, quien le erizo los bellos de la nuca. Le hizo dos propuestas: la primera, fue dejarlo vivir en la casa que ahora le pertenecía: “Tú padre hizo negocios con nosotros, escapó. Por lo que ahora tú, niño, eres parte de nosotros”. El pequeño sin saber que decir, la segunda propuesta fue dictada: “Trabajaras para nosotros, pagaras todo lo que tu padre alguna vez nos debió y, podrás salirte cuando estés libre. Decide”

Tenía seis años, nunca pensó, que aquella banda de mafiosos pudiera atarle cadenas a sus tobillos. Acepto, la segunda propuesta, pensando, que tal vez, con la esperanza de que algún día pudiera devolver el tiempo. Tenía siete años cuando el entrenamiento comenzó: artes marciales, aprender a disparar, su habilidad de convertirse en halcón le habían permitido manejar su vista como sí de este se tratara. Eran movimientos flexibles para un niño, apuntaba con perfección e incluso, con el paso de los años en los cuales se dedicó a entrenarse y trabajar para ellos se había hecho lo suficientemente poderoso para apuntar sin la necesidad de una rejilla que le indicara su víctima.

Creció en la oscuridad, en una banda de mafiosos que le sumergieron cada vez más y más en los desastres. La escuela era simplemente una diversión para él, iba en la mañana, regresaba por la tarde directo al cuartel dónde era ordenado a una misión en particular, la realizaba y volvía a regresar a casa. Era un trayecto de todos los días, nunca se aburría, en ocasiones, seguía a sus víctimas, disfrutaba de observarlas de lejos, de comparar su suerte con la suya. Simplemente, como sí el halcón rodeara a su presa.

Hasta que todo cambió.

Fue su primer día de preparatoria, lo que vio, lo había dejado perplejo. Era demasiado perfecto, demasiado distinto. No había juzgado su mirada, de hecho, la sostuvo con fuerza que le hizo temblar. Nadie lograba nunca, observarle a los ojos. Aquellos afilados que parecían un par de asesinos se ablandaron a ver su mirada. Nunca, sí recordaba bien, sus padres evitaban mirarlo a los ojos, los mafiosos nunca se atrevían a sostenerle la mirada. Pero ese hombre: ¡Ese maldito hombre! Le vio, cara a cara, a los ojos… Maldita sea el día que le dijo: Buenos días. Le volvió, increíblemente adicto a su mirada.

El primer año comenzó a seguirle con la mirada, a mitad de este, a asistir más a la enfermería por peleas que comenzaba en los salones de clases sólo para verle. Le gustaba escucharle hablar, también, escucharle regañarle. Era como un niño pequeño en los brazos de alguien que nunca estuvo para él. De un cariño que por muy artificial que pareciese existía. Había alguien que podía sostenerle la mirada al Halcón, eso era, sin lugar a dudas, perfecto.

Takao, cuando cumplió los dieciséis años dejo de trabajar para la mafia, el apartamento era suyo de nuevo. No necesitaba recibir órdenes, sin embargo, su recorrido por el bajo mundo le había dado buenas señales, buenos números de teléfono, buenos clientes, quienes quieren un trabajo limpio y, que nadie sospeche quien fue. Halcón es más que un seudónimo, de un estudiante de preparatoria, quien a simple vista, es más que un delincuente más.

¿Escuchaste alguna vez del francotirador de Euphium?
Ven, te contaré su historia. La historia de Kazunari Takao.

« ¿Qué opinas, Shin-chan? ¡Esta para publicarse en un periódico! ¿A qué sí? »


Mimetismo animal: Es la capacidad que posee una raza en específico para asumir la capacidad y la forma de ciertos animales, existen mimetismos animales que adquieren el físico de animales en su forma humana.

HABILIDADES | DEBILIDADES

• Tiene la capacidad de convertirse en un hermoso halcón de color negro; estas habilidades del animal también las manipula con libertad fuera de su transformación. La única debilidad es que después de tanto tiempo convertido en halcón comienza a perder la racionalidad. Es capaz de materializar las armas del halcón como las alas y las garras para evitar esta debilidad.


—Sus trabajos siempre se realizan en los edificios más altos de la ciudad, su puntería es tan efectiva, que es capaz de asesinar a alguien desde un rascacielos.
—A parte de sus habilidades marciales, es bastante bueno en el kickboxing, aprendió a defenderse en la calle, por lo que tiene mucha más estrategia que los artistas marciales que aprenden dentro de los dojos.
—Es japonés, pero nació en Inglaterra.
—Desconoce el paradero de su padre.
—Cremó a su madre, afirmó, que el cementerio no era nada más que un montón de cuerpos muertos, al menos, esa mujer le llevó adelante hasta sus seis años.
—Probablemente sufra de trastornos mentales, creció sumergido en la oscuridad, sin embargo, muestra una radiante sonrisa falsa al resto del mundo, el único que conoce su verdadera sonrisa es Midorima, o como bien le llama él: Shin-chan.
—Todavía es estudiante de Preparatoria.
—Entre sus pertenencias, posee una fotografía de su familia.
—Le gusta la época de Flores de Cerezo de Japón, suele ver imágenes de ella u videos por internet.
—Quiere ser fotógrafo, o eso afirmó cuando le preguntaron que quería ser cuando sea grande. Tiene una cámara fotografía que le pertenecía a su madre.
—Suele tomar fotografías divertidas desde su celular, tiene una carpeta únicamente de Shin-chan.
—Pasa más tiempo en la enfermería que en clases, sin embargo, es tan jodidamente inteligente que resuelve los exámenes sin la necesidad de asistir a clases, a los profesores le enerva esto, pero lo dejan hacer lo que él quiera.
—Es un delincuente entre los estudiantes, con la única persona que se lleva demasiado bien es una compañera de clases, sin embargo, con ella no anda en las calles.
—La mafia dónde antes pertenecía pretenden volver a contratarlo, sin embargo, él ahora es un asesino individual.
—Intenta mantener al margen a todos lo que conoce para no involucrarlos en el bajo mundo.
—Usualmente es conocido entre las calles como: Halcón. Él admite que es un buen sobrenombre.
—Visita regularmente Sibenton, por si logra dar con su padre.
—No es poliglota, pero domina a la perfección el japonés y el inglés.
—Sí tuviera que decir quién es la persona que más le gusta, contestaría sin duda alguna: Shin-chan.
—No posee mascotas, porque admite, que de cosa se cuida él mismo.
—Vive en un apartamento de clase alta en Euphium, es lo que recupero de lo que su padre vendió a la antigua mafia, posee una alta seguridad en esta porque estos intentan buscar algo en su contra para que regrese a ellos.
—Admite ser demisexual.
—Es odiado por la mayoría de hombres de la escuela, usualmente a las chicas le encantan hablar con él.
—Las aves son sus animales favoritos, son libres, de volar en el cielo. Él, por el contrario, esta encadenado al pasado: y siempre lo estará.
—Nadie es capaz de verle directamente a los ojos, son un par de ojos de asesinos, por el contrario, Shin-chan es capaz de hacerlo, por eso le gusta tanto.
—Usa ligas y coletas en el cabello.
—Es jugador de baloncesto, pertenece al equipo de la escuela.
—Codiciado entre las mujeres.
—Acosa de vez en cuando a Shin-chan. Una o dos o tres veces al día.
—Tiene título de acosador profesional.
—Sabe tocar la guitarra, eso ayuda cuando la gente le pide que la toque al verle la maleta dónde suelen guardarse guitarra entre sus manos, sin embargo, aquí se encuentra es su arma. Tiene un casillero especial en la escuela para ello —la enfermería—.
—Es francotirador, y no es necesario de utilizar la miradilla para disparar, puede hacerlo sin ella.
—No recuerda a cuantas personas ha asesinado desde que comenzó a trabajar.
—Es menor de edad, todavía.
—Posee en su cámara instrumentos para defensa, al igual que en el reloj que porta. Los cuchillos son su segunda habilidad.


NOMBRE DEL FÍSICO: Kazunari Takao.
ORIGEN: Kuroko no Basket