Crimson Eyes || ID

→ NOMBRE COMPLETO: Viktor Alexander Deutscher
→ EDAD: 30 años [Desconocido]
→ SEXO: Masculino
→ ORIENTACIÓN SEXUAL: Pansexual
→ RAZA: Híbrido [Vampiro - Demonio]
→ GRUPO DE PERSONAJE: Centinela
→ NACIONALIDAD: Alemana
→ DISTRITO: Euphium.


Es así, no hay manera de describirte que utilizando esa palabra a la que tanto añoras desde tu juventud. En una palabra, eres invencible. Detrás de tu reserva helada hay un enorme caldero de vapor ferviente que continuamente silba y burbujea. Si tenemos suerte, mantendrás la tapa firmemente asegurada durante toda la vida, pero una herida profunda puede hacer que todo vuele con una brillante explosión, fascinante de observar, siempre que no estemos en la línea de destrucción directa. Por lo tanto es mejor que no hagamos nada para provocar esto ¿verdad?
Demuestras que tienes un claro dominio sobre dos rasgos específicos: la pasión y la razón. Eres algo más que inteligente, y si eres un espécimen muy evolucionado, tienes también una honda vena filosófica que te lleva a indagar en los misterios de la existencia y acercarte mucho a las respuestas.
Normalmente, te vemos rodeado de lujos y tenderás a los excesos: en la comida, las drogas, la bebida y a tus amantes ocasionales. Con toda seguridad. Tu confianza le lleva a eso: jamás un romance te asustará, te intrigará o te tomará desprevenido. Algo que hay que saber de ti desde el principio es que eres demasiado abrumante. Ya sea por tu ardor apasionado, o porque al minuto siguiente llegas a mostrarte tan frío como un iceberg. Si te ofendes o pierdes el interés -o ambas cosas- esa naturaleza cálida e impulsiva, se helará al instante, y volver a encenderla puede significar tener que empezar todo desde el principio. Aun así, tu temperamento puede llegar a ser tan explosivo que puede dejar cicatrices para toda la vida. Porque, no es como que disfrutes ganando; tienes que ganar, no existe otra verdad para ti.
Tienes tu propia ley, y te desentiende por completo de lo que piensen de ti los demás. Aunque te gustaría ser respetado como el único ser existente, si la condición de tal interfiere con sus ideas o sus metas pasa a importarte un rábano, y los que murmuren de ti pueden irse allá mismo, a la misma mierda. Ninguna decisión importante se verá influida por la opinión de tus amigos, parientes, vecinos o enemigos... ni por la de nadie.
Podríamos decir que es toda una experiencia verte bajo las negras nubes de la adversidad. Mientras otros no dejan de mascullar, deprimirse y gruñir, tú aceptas orgullosamente el desafío. Es raro que te hundas en la envidia o en la compasión de ti mismo, ya que casualmente, no eres de los que creen que la vida les deba ni un penique. En vez de ofenderte y poner cara larga cuando se presentan verdaderos problemas, tú los atacas sin vacilar. Y los vences, por supuesto, si para eso naciste.
Por tus propias e impenetrables razones puedes ser cruel a veces, y hasta es posible que exhibas una veta de sadismo. No te interesa nada ni nadie, pero lo que es suyo, lo es y punto. Aun así, si tu propiedad es capaz de insinuarte su valor, a ti no te importa, podría amenazarte con saltar de un barranco y tú sólo te limitarías a decirle que adelante: que se lance.
Pero, eso sí, si estas celoso hay que ir con mucho, demasiado cuidado. Si  tu propiedad llega a darte verdaderos motivos de sospecha, entonces lo menos que se puede decir es que esa persona es muy valiente. Porque no te importaría terminar con cada obstáculo en tu camino, eso sí, no harías nada para impedirlo, porque repito, lo que es tuyo lo es, simplemente es así. Podría estar con miles de personas pero es de tu propiedad y quién intente tocarlo sufrirá las consecuencias.



Úrsula Luxenberg te mantuvo en sus brazos la primera vez que abriste los ojos al mundo. Esa mujer fue perfecta. Es la única a la cual considerarías así. Tu padre, Benjamin Deutscher, estaba orgulloso de que el primogénito fuera un varón, aquel que había heredado su mirada. ¿Cómo lo sabía? Él tenía ese instinto. Y tu madre no podía estar más feliz. Pensaba que, de esa manera, su matrimonio por fin estaba consolidado, como tanto lo deseaba. Ella era una de las tantas hijas que el demonio tuvo, por lo tanto en su sangre se notaba la nobleza que portaba. Mientras Benjamin también era un noble de Alemania, aunque de bajo rango en comparación a ella. Aun así, tu madre amaba a tu padre con locura, de eso siempre fuiste consciente. Cuando tuviste la edad suficiente, decidieron viajar hacia lo que les parecía, el lugar más adecuado para ti: Euphium.

Al crecer, el amor que recibías de tu madre era el normal, de hecho creciste en un ambiente bastante bueno, o por lo menos así lo demostraba tu madre, cada vez que la veías, cada vez que mirabas a tus costados. Podría ser que, en ese tiempo, eras un niño bueno, dulce, tranquilo. Tu casa estaba algo solitaria, pero a veces tenías la visita de dos primos, uno más grande que tú y otra menor a ti, quién siempre permanecía pegada a tu persona. Entre los tres jugaban a las escondidas muchas veces.
Una noche, mientras bajabas las escaleras escuchaste a tu madre llorando. Eso no te gustó, nunca la habías oído así. Ella era perfecta, coqueta, digna, arrogante, no dejaba que nadie le pisoteara. Fue un gran shock para ti verla así. Fuiste a consolarla, como el buen hijo que eras. Y ella te abrazó y te contó sus penurias. Todo, todo había sido culpa de ese niño que habías visto llegar hace poco.
Al principio no le entendías. Lo habías visto, te había ayudado a ganar en el juego de las escondidas en más de una ocasión. Pero tu madre no podía estar equivocada, así que comenzaste a observarle en ese momento. Sí, encontrarías la manera de ayudar a quién tu creías que era perfecta. Lo dejaste acercarse a tu cirulo, para tenerlo más vigilado. Pero, entre más lo veías, más llamaba tu atención. No parecía ser malo. De hecho, incluso quisiste protegerlo, como un buen hermano mayor. En ese momento tu madre se dio cuenta de tus intensiones y se vio decepcionada de ti. No lo entendías, no comprendías que habías hecho mal.

Empezó el quiebre en ti. Te diste cuenta que, siendo amable, no llegarías a ningún lado. Que mal, perdiste toda inocencia en ese momento. Con el crecer, con el pasar de los años, fuiste volviéndote más y más frío en apariencia, pero completamente apasionado en la cama, en los vicios, en otras cuestiones que llamaban la atención de cualquiera. Así como tu padre. Por el otro lado, te volviste un manipulador y arrogante, al igual que tu madre. Buscabas la aprobación de ambos, y lo conseguiste, ya nada había quedado del Viktor de la niñez, ahora eras un maldito como lo eran ellos, incluso tu blanco de insultos y con el cual demostrabas tu superioridad era a quién querías proteger antes: tu hermano René.
En tu adolescencia, supiste de las intenciones de tu prima para contigo., pero a ti ella no te interesaba. Era dulce, y la considerabas una buena mujer, pero no era lo que buscabas, no tenía esa aura que a ti te engatusaba. No tenía la mirada de desafío, al contrario, parecía más una persona sumisa. Así que la rechazaste. Una, dos, tres veces. Olvidaste el número de veces que lo hiciste. Pero, al parecer, ella no se daba por vencida y también te enteraste que terminó su relación con tu hermano menor. No, ella no te lo dijo, fue él quien vino a reclamarte. Y a ti te dio demasiada gracia eso. ¿Quién se creía para reclamarte algo? No era nada, sólo era escoria, el hijo de una puta, un bastardo que había intentado robarse a su padre de su madre.
La discusión iba volviéndose más y más fuerte, pero tu sonrisa no se iba, esa sonrisa llena de orgullo, digna, aquella que no permitía que nadie te pisoteara, justo como la de Úrsula. Pero lo que pasó después no lo recuerdas bien. Sólo recuerdas los gritos de tu madre a lo lejos, y un cálido líquido deslizarse por tu rostro.

Aquel incidente hizo perderte varias partes de tu vida. Recordabas a tu hermano, pero al principio no recordabas que él te había empujado. Seguiste creciendo, por el momento no te interesaba nadie más, sólo satisfacer tu propio interés. Cosa que tu madre impulsaba muy bien. En verdad ella era perfecta. Pero comenzaste a tener otro tipo de… gustos. Luego de volverte un centinela, lo primero que investigaste fue a tu familia. Ahí lo supiste, que tu madre ni tu padre, ni tu prima, ninguno de ellos eran lo que aparentaban ser. Tus madre, una anarquista, tu prima una candidata perfecta a terrorista. Lejos de sus rostros inocentes, se ocultaba toda esa mierda. Así que las asesinaste. Y allí viste la perfección real. Cubiertos de ese rojo carmesí, ahora si eran la perfección personificada.
Tu acción fue bien vista ¿Cuántas posiciones subiste al terminar con ellos? La verdad eso no te importaba, a ti sólo te importaba tener el poder suficiente, para ti mismo. No necesitabas una razón más ¿o sí? Entonces en un momento, mientras bebías café en la sala, lo recordaste. La discusión, tu hermano menor, su rostro. Sonreíste, en ese momento y cuando caíste por las escaleras. Era él, era eso lo que tanto estabas buscando y no hallabas en ningún lugar. Ese niño era tuyo, lo decidiste, como todo un niño caprichoso. Aun cuando tu padre, en su temor a llevarte la contra intentó detenerte. Pero, nadie puede detenerte ¿verdad? Ese hombre se volvió un animalito domado, uno más de tus juguetes, pero no era lo suficiente como para cumplir tus exigencias. Sólo él, René, sólo él podía darte esa emoción que buscabas, ese rencor, el odio, la pasión, el desafío. Un nuevo nivel de perfección que él deseaba para sí. Porque era suyo, simplemente eso. No había lugar a discusión. Lo encontrarás, porque eso es fácil para ti. No hay nada que se te resista, ni él eso tú lo sabes muy bien.

Ha pasado un tiempo ¿no es así? Lo encontraste, lo tienes a tu lado otra vez, tu adorable hermano bastardo. Pero no es como si esto fuera un final feliz, por lo menos para tu hermano no lo es. Lo usas como una mascota, prácticamente, lo mantienes a tu lado contra su voluntad, porque le tienes amenazado. ¿Eso te importa? Para nada, es de tu propiedad y punto, él debe de pagar los pecados que cometió, esta es la mejor manera. Sí, eso es lo que tú quieres creer. Veamos por cuanto tiempo continuarás con ese teatrito tuyo.


Artem:
• Ojos controladores: Es la capacidad que tiene el usuario para controlar a otra persona a través de sus ojos, al hacer movimientos de cejas, pupilas o iris son capaces de hipnotizar a quienes lo ven y, con ello, obligarlos a hacer lo que desean.
Habilidades:Sólo una mirada es suficiente para obligar a alguien a que haga lo que él desea, más que nada se trata de infundirles terror al punto de no querer saber qué ocurrirá si se va en contra de sus deseos.
Debilidades: No es recomendable que lo use muchas veces en el día y con la misma persona, desgasta su mente y le quita demasiada energía.


Viktor, hablemos de lo que te gusta.
Eres un híbrido pero una de esas razas te lleva a, inevitablemente, buscar la sangre. Depende qué criatura sea, esta puede provocar cierto éxtasis en ti al beberla.
Eres un sado-masoquista, pero esto no significa que siempre busques el dolor, de hecho, al que intente dártelo sufrirá terribles tormentos.
Te encanta tener el poder hacer lo que le plazca y no ser reprochado por esto.
Te fascina dormir tranquilamente, más aún cuando llueve torrencialmente o cuando hay alguna tormenta de arena afuera.
Podríamos decir que eres capaz de tener entre tus favoritos a las víctimas difíciles, o sea, con carácter y actitud.
Obviamente, te gusta la oscuridad y la noche.
Has adquirido un gusto por los dulces, tanto así que estos son tu más sano vicio.
Como no, amas el buen sexo.
Pero también hay cosas que te disgustan, por ejemplo: las personas que tratan de pasarse de autoritarias contigo, al igual que es de tu desagrado el ser desobedecido.
Cualquier apodo extraño te saca de quicio.
Odias a las mujeres demasiado dulzonas, de las que sólo pasan sonriendo y gritando boberías.
La comida excesivamente picante o muy condimentada es la que más rápido desechas.
Tienes cierta debilidad con los gatos, te agradan ciertamente aunque no lo admitas, por lo menos al inicio.
El olor, perfume o fragancias que los demás utilicen funcionan en ti como un fetiche.
Vives solo en la mansión de tu familia. Los sirvientes entran cuando es necesario y luego se retiran. Y lo prefieres más de ese modo.
Tienes un cierto gusto por jugar con las víctimas que te encuentras. Las acorralas y, cuando menos se lo esperan, las asesinas sin piedad.



→ NOMBRE DEL FÍSICO: Shiki
→ ORIGEN: Togainu no chi
→ CASTING / PRUEBA: --