☠ L U C I F E R

→ NOMBRE COMPLETO: Lucifer Inferno
→ EDAD: 25 años aparentes — reales desconocidos
→ SEXO: Masculino
→ ORIENTACIÓN SEXUAL: Pansexual
→ RAZA: Ángel Caído
→ GRUPO DE PERSONAJE: Élite
→ NACIONALIDAD: Prados celestiales
→ DISTRITO: Euphium


Lo ves desde la distancia y sonríes, criatura encantadora es lo que no puedes evitar pensar, un ser hermoso, bello, único, tan blanco, tan inmaculado que no puedes evitar confundirlo con un ángel y piensas que te recibirá con una suave sonrisa, que aquellas finas facciones se suavizaran en cuento vislumbre tus agradables intenciones ¿cierto? Porque sin importar que basura puedas ser, que miserable criatura puedas representar, una ángel ha de recibirte con los brazos abiertos, un ángel tan puro debiera perdonar, abrazarte y brindarte protección. Y te acercas, confiado en lo que ves, engatusado, seducido por tan sublime imagen que se te presenta, con aquellos ojos que puedes brillar como el sol. Pero déjame recordarte que las apariencias engañan, que lo que se ve no es lo mismo que lo que oculta, que la más encantadora sonrisa puede esconder la más perfecta mueca de maldad. La imagen más blanca,  aquella que consideras pura, impoluta puede ser la representación misma del demonio, puede ser la oscuridad ocultándose tras un fino velo de amabilidad, no puedes dejarte engañar fácilmente en este podrido mundo. Porque aquí la sonrisa más sincera no es más que la red que te arrastra al abismo.

Y ahora permíteme presentarte al dulce ángel que viste desde la distancia; Lucifer. No te miento, ¿Por qué debiera? No te engaño cuando te digo que esta criatura que ves tan encantadora es el demonio encarnado, el diablo, el ángel caído que, desterrado del paraíso, tomo entre sus dedos el poder en el infierno ¿lo reconoces? Por supuesto que sí, te estremeces con solo imaginarlo que ahí, parado frente a ti, está el ser con mayor poder luego del gran creador, parado ahí, sonriéndote tan encantadoramente que te producen escalofríos. Y deseas retroceder, porque aquellos ojos que pensaste derrocharían cariño, compasión, no son más los anzuelos para los incautos, como tú. Porque ahí observas la diversión, la burla y la malicia de la que un ser como él puede ser poseedor. Y ríe, con maldad, al observar tu expresión de terror, tiemblas temiendo tu futuro. Lucifer, una criatura tan curiosa como incomprensible, lo ves tan afable, tan tranquilo y sereno que retrocedes temiendo lo peor, pero él te ignora, ni siquiera vales la pena para una criatura como él; el ángel más hermoso, la mayor creación de Dios, su favorito. No, espera. El ángel caído, la criatura que alguna vez fue la más hermosa, el que fue el favorito; el desterrado príncipe. Y temes lo que este pueda hacerte, aun cuando te mira con aquellos ojos tan fríos, tan vacíos, tan crueles y divertidos, burlescos hacia una criatura de tan poco alcance como tú. Pero no crees, eres tan idiota que dudas de sus palabras, de mis palabras, te dices que ser tan bello, tan delicado ser no puede ser aquel que domina el infierno ¡no lo crees! Lo ves demasiado inocente, demasiado delicado, pequeño.

Pero le ves sonreír, ladear la cabeza en una burda treta de obtener tu atención, y ríe, ríe por tu estúpida creencia. No puedes confiar en lo que por su mente pasa, en solo un instante, tan perspicaz, tan astuto, tan inteligente que condenarte no es más que un pasatiempo para ser como él. Un paso, dos, una palabra aquí y otra allá, mírate, cayendo en sus redes, en sus poderes, te vuelves un títere entre sus dedos y no puedes evitarlo. Tus ojos te atrapan, su sonrisa te encandila y sus movimientos te seducen; no confíes, un ángel no es un ser capaz de esto, un caído si, un demonio aún mas ¿y que es Lucifer? Tal vez un caído, un deserrado, pero los años en el infierno no han sido en vano, su esencia es engañosa, ya no la distingues ¿puro o podrido? Una criatura oscura, podrida, la manzana caída lejos del árbol, la oveja descarriada, el pecador que no merece perdón; tantas formas de llamarlo, de denominarlo que los recuerdos no te alcanza, las palabras cortas quedan. Y te sonríe tan burlonamente por tu patética situación, no ves en el la compasión, no ves clemencia o piedad, para él eres basura, un insecto cruzado en su camino, un mero juguete del cual divertirse hasta que los minutos pasen, hasta que tú no des más, hasta que no seas más que despojos tendidos en el suelo.

Pero te atreves a verlo a los ojos una vez más, intentando descubrir más de lo que alguno pudo hacer jamás. Y ves dolor, ves agonía, ves rencor y odio. Te estremeces, temeroso de lo que aquellos orbes ocultas, intentas retroceder temiendo lo que puedas liberal, pero ya es tarde. Te sumerges, te adentras en un mundo desconocido, en su mundo, su pesadilla. Los gritos, los agónicos lamentos nublan tus sentidos y gritas, deseas gritar, correr, huir tan lejos como tus piernas puedan permitírtelo, pero no puedes, estas atrapado, no te mueves. Y le ves envolverte en sus brazos, sujetándote con fuerza, te atrae en un agarre firme, poderoso que nunca creíste él pueda sostener, sientes dolor pero te obligas a no gritar, no le darás la satisfacción ¿cierto? Pero no miras sus ojos, temes los misterios que estos ocultan, porque sabes no estar preparado para conocer. Pero no debes confiarte, no debes dejarte llevar, ten cuidado con tus movimientos, como te mueves ante un ser como él; es calculador, un estratega por excelencia ¿crees que él no supondría que actuarias cual niño asustado? ¿crees que por su mente no han transitado ya las mil y una formas de condenar tu alma, de atraparte en el infierno, de convertirte en una más de las interminables almas en eterna tortura? Pobre ingenuo, pequeño idiota, por su mente tú ya eres un juguete, un títere que mueve a su antojo y para su placer. Y es fácil darte cuenta, los susurros llegan a tus oídos y un jadeo abandona tus labios cuando, finalmente, le escuchas hablar. Su voz sedosa, dulce y sublime te encandila, te atrapa y finalmente caes, te vuelves su muñeco ¿Qué importa ya? Te ha ofrecido un trato, por supuesto, un trueque, un intercambio y tú ingenuamente aceptas ¿Qué puedes perder? Creyendo tontamente que velara por tus interés, que no te engañara, que no hay treta de por medio. Pobre estúpido, si tan solo supieras, si tan solo te imaginaras. No eres más que una pequeña medalla más para su colección, así como lo oyes, no eras más que un trofeo que presumir; porque tú eres un alma más que ha sido condenada, que se ha alejado de aquel máximo creador y ahora puedes comprender a esta vengativa criatura, la que no perdona, la que no olvida ¿olvida? Si, olvida mucho ¿no te lo han dicho? Nunca preguntes su pasado, no lo recuerda, y aun si por azares del destino lo recordara aquel día en especial ten por seguro que poco te dirá. Te mentira, te engañara y te usara a su favor.

Ahora dime, ¿estás preparado para conocer a Lucifer?



Hubo un tiempo, épocas pérdidas de la historia, en las que Lucifer era un nombre que traía sonrisas, que provocaba serenidad, que depositaba calor en los cuerpos de quienes lo recordaban. Hubo un tiempo, muy lejano, en el que Lucifer fue el ángel más hermoso del paraíso, fue el favorito de aquel ser todopoderoso que tanto halaban. Hubo un tiempo en que su corazón era puro, en el que sus alas se extendían en un blanco inmaculado, perfecto, uno que reflejaba la misma intensidad que las nubes que se movían por los cielos. Era un de los ángeles más poderosos, el de mayor confianza, aquel que se movía por esas tierras llamadas paraíso con una gracia incomparable. Aquel que fue creado para placer de su padre, aquel que cumplía, que respetaba, que inclinaba su cabeza por amor a ese ser que le dio existencia. Lucifer era perfecto, parecía perfecto, muchos así lo denominaban. Pero no era perfecto

Lucifer nunca supo amar. No por no ser capaz, pues si lo era. Amo a los humanos, amo cada creación de su padre, amo cada gesto de sus hermanos, amo cada instante entre sus compañeros, amo a su padre. Y he ahí su error. No midió su amor, no supo controlarlo, no supo limitarlo, no comprendió el punto límite que sobrepaso sin darse cuenta. Amor, amar era para lo que fue creado, era el sentido de su existencia, los motivos por los que estaba ahí. Los motivos por el que había nacido. Amaba, amaba de forma que ninguno podía comprender o igualar. No hubo comprensión en las miradas que se le fueron dirigidas, no encontraron en sus ojos la pureza que decía tener sus sentimientos. Y antes de que alguien pudiera darse cuenta, el pecado de su error consumió su espíritu.

¿Qué se suponía que debía hacer? Si lo único que le habían repetido era que debía amar, entonces ¿Por qué no aceptar su amor? ¿Por qué reprocharlo cuando sus ojos miraron de forma diferente a su padre?

Lucifer fue un ángel perfecto, en tiempos perdidos fue el favorito del paraíso, un ángel que sobrepaso los limites, que amo hasta la imperfección.


Hay muchas historias, versiones de lo que paso aquella vez, murmureos confusos que no parecen dejar nada en claro. Dicen que Lucifer se rebeló contra su creador queriendo tomar su lugar, él junto a otros ángeles habían atacado contra los Arcángeles con el único propósito de matar a ese ser todopoderoso que les dio la vida. Dicen que Lucifer había perdido la lucha contra la soberbia, que había sido consumido en los pecados que no debían ser nombrados, que había perdido esa pureza que una vez muchos admiraron. Dicen que Lucifer deseo más de lo que pudo tener, que se llevó consigo a hermanos que no supieron negar sus palabras, que engatuso, manipulo y engaño a los que estaban a su alcance. Dicen que Lucifer se oscureció en los últimos días dentro del paraíso.

Que gran sarta de mentiras.

Lucifer se alzó en una pelea contra los Arcángeles. No por poder, no por tomar un trono que había perdido valor, no por algún mundano deseo pecaminoso. Era el rechazo, el dolor, la agonía de sentirse insuficiente, imperfecto lo que le llevo a ir contra su creador. Fue un solo pensamiento, ¿Por qué rechazarlo si tanto decía amarle? ¿Por qué apuntarle si tan perfecto dice que lo hizo?. Las respuestas ya no era algo que buscaba, no era algo que pudiera calmar la presión sobre su pecho, la sensación de ahogo que nublo su juicio el tiempo suficiente. Tal vez fue la primera y única vez que un ángel, que una lanza fue apuntada hacia sus iguales, que los ángeles se encontraron en una batalla que se hacía interminable. Lucifer nunca fue débil, nunca fue una carga. Así como sus hermanos, como sus compañeros, sabia pelear, sabia donde golpear, sabía que destruir para llegar a su objetivo. Muchos de sus hermanos murieron, desaparecieron, con la punta de su lanza. Y estuvo cerca, demasiado cerca para saborear su victoria. Miguel fue el gran mural que no pudo vencer. Fue la figura que le entrego la derrota, no por debilidad, no por diferencia de fuerza, no por incompetencia.

Lucifer amaba, amaba con locura, aunque nunca aprendió cómo. Envidio a Miguel, por saber amar, por comprenderlo, por saber hacerlo sin que nadie le enseñara cómo. Perdió por no atreverse a matar a su hermano, por no tener la suficiente fuerza para atravesarlo, por no querer dañar a ser que amaba. Al ser por el que había hecho todo eso, al ser que quería matar por no aceptar su amor. Dudo, su debilidad le hizo caer, retroceder, perder ante su hermano mayor. Y su dolor creció, grito en el centro de su pecho por piedad. Piedad que ante ninguno de sus compañeros pidió, piedad que no aceptaría.

Ninguno de ellos sabía los motivos que lo llevaron a su rebelión, nunca supieron los motivos por los que había utilizado a hermanos para tomar posesión de aquel paraíso, para acercarse al trono de su creador. Para ellos la soberbia fue su pecado.


El destierro para un ángel es una sentencia de muerte. Todos sabían, como un secreto a voces, que un ángel desterrado es aquel condenado a morir en soledad, aquel que vagara hasta que su existencia se evapore en el aire, esfumándose en el aire cuando la corrupción termine con su espíritu. Lucifer cayó en el destierro, expulsado del paraíso, condenado junto a los demonios que traían desgracia al mundo. Lucifer sintió dolor, experimento la agonía de la oscuridad alimentándose de su pureza. Como fuego envolviendo su cuerpo, veneno corroyendo sus huesos, la oscuridad del infierno quería consumirlo, volverlo polvo, tierra que alimentaria las llamas interminables de la corrupción. Cometió el mayor de los pecados, ni siquiera mereció vagar entre los humanos hasta una muerte silenciosa, ni siquiera mereció aquel último resquicio de la piedad hacia su existencia. Él, el ángel más hermoso de todo el paraíso, se vio envuelto en las entrañas del infierno.

Saboreo la muerte, el dolor, la agonía interminable que el infierno representaba. Espero su muerte, la ansió, aquella pureza que una vez fue parte de su cuerpo estaba ahí, con un último deseo, un último anhelo; morir. Morir para purificar su pecado, morir para limpiar su existencia. Morir con la esperanza de renacer en una criatura con una nueva oportunidad de enmendar su error. La pureza que una vez hubo en él se vio consumida en la oscuridad, evaporando ese último deseo entre las lágrimas que se negó a derramar por orgullo. Orgullo fue su primer pecado en el infierno. El tiempo se hizo eterno, inagotable en aquella tortura, esperando algo que nunca llegaría.

Lucifer sintió ese amor puro que una vez sintió ser trasformado, trasmutando a odio. Odio ese instante, odio su error, odio a las creaciones de aquel ser que no le amo, odio a los bendecidos que aún estaban a su lado.

Se odio por amar.


Lucifer alguna vez fue el ángel más puro y hermoso del paraíso, aquel favorito que alegro la vista de sus hermanos con su sonrisa. Sonrisa amable, rebosante de un amor que no parecía tener límites, que no podía ser medido bajo ningún estándar. Lamentablemente ese ángel puro fue desterrado al infierno para su muerte, para ser consumido entre los demonios hasta su extinción. Ese ángel que todos dijeron amar fue alejado, bañado en la oscuridad del mundo, envenenado por la impotencia de aquel error. Su amor puro se tornó al odio más corrupto, aquel que le permitió vivir, aquel que le permitió caminar entre las tierras del infierno como si hubiera nacido en aquel lugar.

En algún momento Lucifer camino por los senderos luminosos del paraíso, ahora, con una nueva sonrisa entre sus labios, caminaba por los senderos vertiginosos del infierno. Alrededor de los demonios, con el mentón en alto, sus ojos brillaban en odio, en dolor, en agonía, en envidia y avaricia. Tal vez, si aquel ultimo puro deseo hubiera sido cumplido, Lucifer nunca hubiera caído en la oscuridad que consumió su espíritu, que tiño sus blancas alas. Alas que nunca se tornaron negras, ni siquiera por asomo. Alas que brillaron en un gris mundano, un platinado que brillo pobremente entre tierras que carecían de gracia y luz. El dolor se volvió sed de venganza, el amor se tornó odio, las buenas intenciones se convirtieron en deseos de dolor.

La pureza que alguna vez tuvo se convirtió en corrupción.

Vivió, se alimentó de la oscuridad en aquel lugar, se alzó como un rey desterrado. Ahí estaba él, el ángel más hermoso convirtiéndose en el rey, en el líder de aquellas alimañas que esparcirían la desgracia por el mundo. Si alguna vez sintió remordimiento, arrepentimiento, si alguna vez pudo haber pensado en implorar perdón hacia su padre; todo fue callado, enterrado en una mente que se perdía entre la locura, el dolor y la necesidad. Si alguien le hubiera preguntado cuál era su objetivo, su propósito para todo eso, tal vez creyendo ingenuamente que una derrota le había bastado para dar marcha atrás en sus planes, se equivocaron.

La primera vez no busco el trono, no busco el poder, no busco su lugar. Pero ahora era diferente, ahora buscaba la destrucción completa, buscaba alzarse con el poder que aquel mundo pudiera ofrecerse. Esta vez no se detendría hasta alcanzar la cima, hasta tener entre sus manos el control de todo. Cielo e infierno, ¿Cuál es la diferencia? Criaturas insulsas que no comprendían que una igualdad era la clase de todo, ni pureza ni oscuridad, no había porque elegir uno si podía tenerlo todo. Destruiría al ser que se negó a amarlo, destruiría a sus amados hijos, aniquilaría cada efímera creación que alguna vez pudo amar de su mano. Se haría con sus dominios, con sus tesoros, con sus afectos. Entre sus manos se apoderaría de todo lo que alguna vez amo, destruyéndolo, jugando con él a placer.

Y solo debía esperar, aguardar el momento en que su oportunidad se presentara. No podía volver al paraíso, no podía poner un pie en tierra santa, pero no lo necesitaba. ¿Por qué subir si todo puede bajar ahí, con él, a su alcance?

Solo era cuestión de tiempo para que el cielo y el infierno fueran uno, cuando el mundo colapsara, era cuando se haría con todo el poder.

La avaricia fue su primer pecado como regente del infierno .


La venganza es lo que ha podrido el alma de muchos, lo que consume llevándose la cordura, la calma, la tranquilidad y estabilidad. Pocos dudaron que el caso de Lucifer fuera diferente, aun cuando pudo lidiar con la oscuridad del infierno y sobrevivir, alimentándose de esta para no morir tan pronto como sus hermanos creyeron; un sentimiento oscuro termina por consumir a su portador. Tal vez fue así, Lucifer nunca pudo decir lo contrario, aunque tampoco lo afirmo. Pero el sentimiento de venganza es algo que cada uno lleva a su forma, cada uno lo piensa a su forma, cada uno la lleva a cabo a su tiempo e interés.

Lucifer siempre fue una criatura detallista, paciencia, pacifica. Alguien que se movía a su tiempo, a su forma, esperando el momento para que todo saliera de la forma en que su mente se había producido como una película. El deseo de venganza no nublo su juicio, no lo encegueció hasta el punto de la desesperación y locura. Por el contrario, fue el impulsor para aferrarse a los resquicios de cordura que aún quedaban en su mente, para esa estabilidad que parecía perderse en medio de la oscuridad que pudría su corazón. Ahí estaba él, paciente, fingiendo aceptar ese lugar que se le fue dado. Se hizo del infierno, lo controlo para no ser consumido en él. Se apodero de las criaturas en él, de los demonios que se retorcían entre la inmundicia. Ahí estaba él, haciéndose de todo lo que ese mundo podrido pudiera darle, preparándose para el momento.

El infierno se convirtió en su paraíso y antes de darse cuenta la oportunidad de su venganza llego, de aquellos golpes que aunque sutiles, solo tenían como propósito dañar profundamente.

Los humanos no fueron más que mínimos trofeos entre sus manos. Seres amados y protegidos por aquel todo poderoso, criaturas que contaban con el favor de los ángeles, con su guardia como si fueran especiales. Para Lucifer no eran más que alimañas que podían serle de utilidad. Primero uno, luego otro y otro y otro. El infierno se inundó de las almas de aquellos seres pecaminosos que siguieron los pasos lejos de su creador. Oh, pobres aquellos que escucharon los susurros de la suave voz de Lucifer, ingenuos aquellos que se dejaron llevar de la mano por un ser tan hermoso como podrido.

Lucifer siempre amo, amor con locura. Y ahora odia, odia con una insana cordura. Y resultaba tan contradictorio, tan único como un ser como él puede ser. Los humanos fueron sus juguetes, fueron los desquites contra aquel ser que no lo amo. ¿Por qué amarlos a ellos? ¿Por qué protegerlos si son tan insultos e insignificantes? Y quiso saberlo, probarlo, comprender que los hacia tan especiales. Y destruirlos, aniquilarlos. Ahí en el paraíso los esperaban, los protegían para que en el momento de su muerte ascendieran junto a su creador; algo que Lucifer no quería permitir, algo que se negaba a conceder. Ellos estaban a su alcance, envueltos entre sus manos cuando su muerte llegaba. Su alma les pertenecía, cada uno de ellos era un trozo de aquel paraíso que tomaba para sí, que destruía, corrompía hasta volverlo solo un alma errante, suplicante y agónica que pedía por un final en medio de la eternidad.

Dolor era lo que quería producir, agonía en las tierras a las que ya no pertenecía, apoderarse de todo lo que él amaba para destruirlo, aniquilarlo. La tierra fue su patio de juegos, sin importar los intentos de los ángeles, ahí estaba él, metiéndose, esparciendo la miseria por donde sus pasos lo llevaran. Los humanos elegían, caían en el atentación sin siquiera tener la necesidad de obligarlos. Eran ellos los que tomaban los pasos lejos de aquel todopoderoso, los que se condenaban a las llamas del inframundo en el que él era el Dios.

Pero los humanos solo fueron su primer paso.


Lucifer pocas veces abandono su lugar en el infierno, pocas veces subió hasta la tierra, denominando criaturas que hicieran de los humanos entes pecaminosos para su disfrute. Por esa misma razón Lucifer rio, rio y festejo, aplaudiendo cuando los humanos solos fueron los que condenaron su mundo a la devastación. Como un niño cuando su regalo más grande es entregado, cuando aquel deseo sele es concedido, casi salto cuando las puertas del infierno se abrieron para dar camino al final. De haber podido, tal vez, se hubiera presentado ante aquel ser que una vez llamo padre, se hubiera puesto ante su rostro, hubiera reído al burlarse de la miseria en la que sus queridos humanos trajeron al mundo que armo tan amorosamente para ellos.

El mundo se pudrió, se convirtió en el infierno en el que Lucifer alguna vez fue desterrado, secando las tierras, bañándolas en la sangre de los inocentes. Ahí estaba Lucifer, observando lo que tanto había ansiado, el final de los humanos, la destrucción de los más preciados tesoros de aquel ser. Caminando entre su miseria, entre las almas desechas, entre cuerpos putrefactos que no podrían ser ni la sombra de lo que fueron. Lucifer rio, rio hasta el cansancio. Rio hasta darse cuenta que no era suficiente.

Como si aquellos milenios de su vida no hubieran pasado, como si el daño causado no fuera suficiente, Lucifer sintió que aún no había hecho suficiente daño. Había destruido a las más preciadas y hermosas criaturas de aquel dios, les impulso a destruir toda oportunidad de ascender a la protección de su creador, había dañado incansablemente el orgullo de aquel ser. Entonces, ¿Por qué es insuficiente? ¿Por qué no le complacía? ¿Por qué no le permitía regodearse en su victoria?

Alzando su mirada comprendió que la victoria aún estaba lejos de él, sin importar que tanto estirara su mano, su victoria ni siquiera estaba en la punta de sus dedos. Tal vez nunca quedara satisfecho, pero por el momento podía seguir intentando, empujando hasta poder llegar al menos rozar aquello que se le hacía tan desconocido. Seguramente esa fue la razón por la que se acercó al, por lo que sabía, ultimo ángel creado por dios. Su hermano menor, el titulo sonaba morboso y estúpido, que la tentación fue algo a lo que irremediablemente cayo. ¿Y cómo no? Aquel último ángel tal vez era un golpe más que pudiera satisfacerle. Si lo tuviera, si lo destruyera, si lo corrompiera podría quedar satisfecho, podría darse por ganador, vencedor.

Tal vez si, tal vez no. Eso es algo que aún está por descubrir, y sin embargo no es su única opción, ¿Por qué lo seria? Lucifer no es alguien de un solo plan, la experiencia y la vida le han enseñado a moverse por diversos caminos, saltar de un lado al otro según su conveniencia, según su necesidad. Y su necesidad, en este momento, le pedía a gritos saciar su sed de venganza. Si no destruía a Ílkay entonces ¿Por qué no destruir el paraíso? Corromperlo, llevar el infierno ante ellos y hacer que todo caiga en una absoluta negrura, en la corrupción, en la oscuridad. Tal vez provoque un colapso, tal vez todo se destruya, tal vez todo explote frente a él cuando el final llegue.

¿Y qué?

Lucifer solo quería ver este mundo, y el otro, arder en las llamas del infierno. Su infierno.



→ ARTEM:
Distorsión de la realidad: Es la capacidad para cambiar o manipular la realidad, esto también funciona para cambiar la percepción mental de quienes la padecen, es mucho más fuerte que la ilusión, ya que no funciona en una persona, sino, en un gran grupo de entes.

→ HABILIDADES:
—Esta habilidad, a diferencia de lo que muchos creen, no es la creación de una realidad sólida en la que se pueda habitar. Es una ilusión de gran alcance y percepción, el resultado no es físico, sino mental. Manipula los afectantes de los sentidos de las personas para hacerles creer que están en un lugar totalmente diferente al que realmente están. Es decir, cambiar el olor, la percepción, la textura e incluso los colores de su alrededor para dar la creencia de que la realidad ha sido distorsionada a su antojo y que se ha entrado a su mundo.

→ DEBILIDADES:
—Hay una debilidad muy marcada en esta habilidad. Si la persona o personas afectadas por esta reconocer la falsedad de lo que percibe, todo a su alrededor desaparecerá para dar pie a la realidad. Es decir, las personas afectadas deben estar conscientes de que lo que ven es una ilusión y negarla. En otras palabras, hace falta saber que es una ilusión y recordar el escenario en donde ese estuvo en un inicio, para que los sentidos puedan despertar y reconocer el verdadero entorno. De lo contrario, de nada serviría conocer que es una ilusión, si no se sabe en donde se encuentra. Los sentidos necesitan una realidad a la cual aferrarse.


→ EXTRAS:
―Como una burla su vestimenta en general consta de colores claros, suaves, algunas veces pasteles que se asemejan más al blanco. Nunca nadie ha comprendido si es burla a sí mismo, a lo que fue o a su creador. Tampoco ha dado explicaciones.
―El cómo ha obtenido su lugar en la Élite, aunque para muchos es una curiosidad, para él no ha sido más que la utilización de las criaturas bajo su dominio.
―Muchos han dudado de que él, con su aspecto, fuera el verdadero Lucifer.
―Su apellido no fue más que el lugar en el que debe residir hasta su extinción. Si esta llega.
―Sus alas una vez fueron extensas, de un profundo y puro tono blanco que compararon con las nubes que transitan por el cielo. Se creyó que cuando cayó en el pecado, siendo desterrado al infierno, estas se volvieron negras, demostrando su condición de caído. No es más que una mentira, pocos son los que pudieron ver sus alas, mostrando un tono platinado que parece brillar insulsamente. Algunos pocos que las vieron alegan que puede ser la creencia del mismo Lucifer en que podrá obtener el perdón, otros dicen que aún hay algo de pureza en su ser, incluso algunos se atrevieron a decir que no es más qua una ilusión de ese demonio. Siendo honestos, Lucifer no tiene una respuesta, pero no es algo que le interese realmente.
—Los que nunca han visto sus alas suelen exagerar diciendo que se han convertido en las de un verdadero demonio, comparándolas a las de un murciélago. Incluso han alegado que son de tono blanco, como su cabello. Nadie se ha molestado en desmentirlo, ni el mismo Lucifer.
―Ama los gatos, simplemente los adora.
―A pesar de lo que muchos dicen, no es un ser que vaya por su camino causando miseria a todo aquel que se le cruce por enfrente, por supuesto que no. Es bastante selectivo, estratégico; si está dispuesto a hacer miserable a una criatura, es únicamente porque esta le ha llamado la atención o le ha resultado divertida. No desperdicia su preciado tiempo en estupideces. Tiene especial interés en esos seres que representan puntos especiales para aquel paraíso del que fue desterrado, si hará daño ¿Por qué no lo hacerlo con los favoritos?
―Si se puede decir que hubo un daño en él cuando fue desterrado, es directamente con su memoria. Se cree que aun al haber tenido la fuerza para no morir en medio de la corrupción, no tuvo la misma suerte en su estado mental. Su memoria es irregular, a veces olvidando y otras recordando. Puede haber olvidado los motivos por el que fue desterrado, algunas veces creyendo las historias que se dicen. En otras parece recordarlo solo para llenarse de rencor. Algunos de los más cercanos han alegado que hay ocasiones en que ha olvidado que fue desterrado, especialmente en las épocas de invierno que transita por el mundo humano, en donde pareciera que se ve al ángel que una vez fue. Pero esos momentos son escasos, nadie ha tenido una verdadera oportunidad para verlos de cerca, puesto que el mismo Lucifer niega tener contacto con personas por tiempos prolongados.
―Su objetivo inicial para visitar a Ílkay es únicamente consumirlo en la misma oscuridad que le consumió a él, convirtiéndolo así en un ángel caído; actualmente esto ya no es lo único que lo mueve. Ahora no puede verlo tanto como antes, pero por un tiempo disfruto de la compañía. Al menos en el tiempo que decidía estar cerca, antes de retirarse por alguna molestia que pueda tener en el momento. Es bastante extraño a la hora de convivir, porque puede desaparecer sin explicación alguna, solo porque hay algún comentario, suceso o pensamiento que lo altera de alguna forma.
―Repudia cualquier objeto que pueda representar o enlazarse a la divinidad. Con el tiempo esta le ha empezado a hacer daño.
―En la actualidad es difícil discernir si aún es un ángel caído o si el infierno se ha encargado de convertirlo en un demonio.
―No habla de su pasado, no habla de sus motivos para actuar ni mucho menos de sus sentimientos. La única experiencia que ha tenido del amor solo dio un desastroso resultado, ha cerrado completamente su corazón, si es que aún lo tiene.
―Le gustan los collares de oro, siempre lleva uno en su cuello. El motivo, un misterio, como todo de él.
―Puede ser infantil cuando así lo desea, ni siquiera tiene interés en brindar explicación.
―Disfruta hacer bromas, jugarretas, chascarrillos. Simple diversión que en él no son más que provocaciones, tentaciones puestas para otras criaturas para su diversión.
―Un ser encantador por naturaleza, en su momento fue la criatura más perfecta en el paraíso, la mayor creación de Dios. Aunque actualmente aún se considera así, se puede notar fácilmente que lo que en su momento resultaba encantador, ahora resulta escalofriante.
―Sus ojos, tan dorados como el mismo oro, no son más que las cortinas de lo que su interior puede ocultar.
—Su propósito se ha ido tergiversando con los años. En la actualidad su único propósito es destruir todo lo que una vez fue parte de él, y eso incluye a aquel que le creo. Sin importarle las consecuencias de sus actos.
—Su habilidad de manipulación de la realidad muchas veces suele usarla consigo mismo, en situaciones específicas, en completa soledad. A diferencia de con sus enemigos, los escenarios que percibe no son creaciones de su imaginación, sino de los que alguna vez tránsito. Se enorgullece de haber recreado una porción del paraíso con esa habilidad suya, así como otros espacios que para muchos resultan imposibles, para él se han vuelto una realidad que le acompaña constantemente. Aunque permanecer muchas veces en estos le hace perder su presente, mezclando sus recuerdos.
—Es un espadachín excepcional, con gran agilidad y fuerza física, no depende de sus poderes para defenderse en el campo de batalla. Es letal, un asesino voraz su así se lo propone.
—En su momento tuvo una de las lanzas mas poderosas del paraiso, aquella que atravesaba a su contrincante para desaparecer hasta su alma incluso del paraiso. La misma le fue arrebatada cuando fue desterrado. Y es esa misma lanza la que busca para destruir a su padre.
―Conocido como satanás, luzbel, demonio, diablo y tantos otros apelativos, su aspecto en si es poco conocido. Pocas, contadas las personas que realmente conozcan su verdadero aspecto, entre ellas su guardaespaldas, un demonio que le ha protegido desde casi los inicios. Actualmente desconoce su paradero, pero no se preocupa por esto.
—Ha tomado un aprendiz y protegido bajo su cargo. Muchos dicen que se tratara del próximo ser que tomara su lugar cuando deje de existir, algunos dicen que es su hijo. Aunque Lucifer solo lo ha tenido a su alrededor por el verdadero valor que esa criatura representa para los ángeles, aunque, ¿Quién sabe? Aun continua preparándolo. Además le cae bien.
―Puede ser bastante goloso en algunas ocasiones.
―Ya no siente el amor que una vez supo profesar a su creador, el mismo se fue consumiendo en su dolor y amargura, sin embargo es vengativo. Ha tenido tiempo más que suficiente para hacerse dueño del infierno, así como tener pase libre por la tierra, y está más que dispuesto a condenar a toda criatura que pueda ser del agrade de aquel dios, ¿Por qué habría de dejarle algo que ama a su alcance cuando él fue desterrado por amar?
―No cree en el amor, lo considera un burdo sentimiento de dependencia hacia otra criatura, algo que te hace débil y vulnerable. No está dispuesto a pasar por lo mismo.
―Es directo a hablar, brutalmente honesto, no conoce de sutilezas o delicadezas al momento de expresarse. Pero, cuidado, es bastante astuto e inteligente, una indirecta no se le pasara de largo fácilmente.
―Hombres, mujeres, arriba o abajo; Lucifer disfruta del sexo, el placer carnal más mundano. Con quien y como no son más que los caprichos del momento.
―Disfruta de la música clásica, cree que es la mejor creación de la raza humana, tal vez lo único que a sus ojos realmente vale la pena rescatar ¿pero él que puede saber?
―Caprichoso como solo él puede ser.


→ NOMBRE DEL FÍSICO: Tsurumaru Kuninaga
→ ORIGEN: Touken Ranbu
→ CASTING / PRUEBA: Ninguno