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Observa arriba, alza tu rostro para intentar ver los rostros de los hombres y mujeres que guían esa ciudad, que están en la cima, que toman lugares en los tronos del poder que los años le han entregado. Juzgando, condenando y salvando a su placer, no hay ley por sobre ellos que pueda proteger a las criaturas que se han puesto bajo sus alas como corderos deseosos de la bondad perdida en este pútrido mundo del que ya no queda nada. No llegaron hasta donde están por bondad y sonrisas sinceras, criaturas movidas por el poder y la ambición que los años han alimentado.

Los observas sonreír, observando desde lo alto el imperio que se ha forjado, el que les pertenece, el que se convirtió en el mero tablero de su interminable juego. En donde tú eres su juguete, su peón, una mera ficha que puede ser remplazada, desechada, destruida si ese es su placer, si ese es su deseo. No hay leyes que deban obedecer, ya no existe la ética y moral para un mundo devastado en la inmundicia. Los líderes, los miembros del Parlamento, son hombres y mujeres forjados por la interminable guerra que toca sus puertas como la muerte misma.

REPRESENTANTES:

Si algo se ha de aprender, es a no envidiar los privilegios del Parlamento. Chamäleon se encarga, como una sombra constante, de recordarles a sus miembros que en sus cuellos una soga de oro es depositada al momento de aceptar el cargo. ¿O se creían supremos e intocables? Chamäleon no responde a ellos, ni mucho menos titubeara cuando deba presionar la soga hasta el momento de su muerte, por el contrario, si existencia se debe únicamente a esa labor. Perseguir, cuidar, investigar, adentrarse en la existencia de cada miembro del Parlamento para asegurarse que está cumpliendo, correctamente, con lo que le corresponde.

Chamäleon, asesinos expertos, espías, investigadores, científicos, militares de grandes dotes. Pueden estar en cualquier lado, son sombras, meras criaturas moviéndose entre las calles con un nombre y hogar que todos dicen conocer pero nadie reconoce. Estas personas responden al Presidente del Parlamento, y es bajo sus órdenes que efectúan las ejecuciones de los miembros de la realeza que han pasado a ser un estorbo más que un beneficio. Porque aun entre más grande el cargo, mayor es la traición y las ambiciones muchas veces hacen olvidar los lugares que se deben ocupar.

REPRESENTANTES:

Este mundo es duro, eso nadie puede negarlo, mucho más duro de lo que alguna vez fue. Y hay personas que, a punta de cañón, han aprendido a moverse y sobresalir de entre las demás. Pisando las cabezas de los más inocentes, escalando la pila de cuerpos que esta guerra ha dejado a su paso, estas personas han demostrado valer algo por lo cual se les debe reconocer. La Élite, personas que no sobresalen por algo tan mundano como su lugar de nacimiento, sino, por lo que son capaces de hacer para permanecer en el lugar que se les fue concedido como la devolución de un favor. Han entregado alto para enaltecer esta sociedad pintada como idílica, han sabido ganarse el favor de los monarcas que la lideran, supieron moverse, tener contactos, resaltar para acumular la fortuna. La buena suerte que los llevó hasta el puesto más cercano a la cima.

Muchos se atreven a envidiarlos sin saber los fangosos ríos por los que debieron moverse para ser de valor, sin saber el riesgo que sus vidas debieron correr para obtener la protección que ahora les permite recorrer las calles presumiendo de sus privilegios. Los envidian sin saber que, como un ganado, son desechados cuando el motivo de su valor pasa a ser mera banalidad. Porque mientras sean útiles, beneficiosos para los propósitos de esta corrupta ciudad, pueden ostentar los privilegios y el poder que el Parlamento les ha entregado. Sin embargo, y lo saben bien, su vida útil no será eterna y esta se acabara cuando los líderes deseen tirar de la soga puesta en sus cuellos.

Personas que, encandiladas por los rumores circulando alrededor de Euphir Virietum, creyeron encontrar en este lugar la protección y seguridad que el exterior ha perdido en medio de la guerra. Pero, aunque algunos han logrado alcanzarla al llegar hasta Euphium, otros no han corrido con tan buena suerte, moviéndose por las zonas menos agradables y seguras de esta gran ciudad. Son los habitantes, son las personas llamadas normales que intentan sobrevivir día con día a este mundo tan cruel y despiadado que los amenaza constantemente con tomar sus vidas.

Los ves como empleados de pequeños locales, de grandes centros comerciales, de hospitales, de centros educativos, de lugares inundados por los placeres carnales. Pueden ser el camarero que te encuentras en aquel viejo bar que te gusta transitar, pueden ser los hombres y mujeres caminando por la calle hacia caminos que desconoces. Pueden ser, incluso, aquellos desgraciados que intentan protegerse en las edificaciones golpeadas por la miseria, que huyen, corren por el distrito más bajo en busca de protección que no han conseguido. Son peones, ovejas, corderos caminando en un círculo vicioso que el Parlamento ha trazado para ellos. Con la cabeza gacha, mirada en pies, se mueven con el único deseo de sobrevivir un día más sin caer en la locura.

Hay quienes destacaron por habilidades artísticas. El canto, la actuación, la belleza o los encantos naturales que los hicieron sobresalir, que les permitió movilizar a las personas a su alrededor. Entre sus labios una sonrisa encantadora fue lo que les ganó el pase hasta la fama, el estrellato, el glamur de volverse ídolos que todos se desviven por conocer. Se presentan, son reconocidos, protegidos como las pequeñas joyas brillantes del Parlamento, los niños consentidos de la sociedad. Porque por muy encantadoras y amables que pueden verse frente a una cámara, en la intimidad pueden ser bestias con disfraz de oveja. Muchos pueden ser caprichosos, egocéntricos,  engreídos, demasiado orgulloso. La fama hace estragos en una persona, la fama y el dinero que les cae como una lluvia de regalos con solo sonreír hacia la audiencia enceguecida por su belleza.

Pero, como se ha dicho con anterioridad, estas celebridades son los niños consentidos del gobierno. Mientras sonrían, mientras muevan a las masas, mientras sigan mostrando abiertamente su apoyo al Parlamento, mientras mantengan apaciguados los ánimos de rebelión seguirán en la posición que les provee de todo lo que puedan desear. Porque fue ese su boleto a la fama, es lo que los mantiene en la cima, es lo que les permite seguir dedicándose a las pasiones que han marcado sus vidas. El show, el espectáculo que cubre la verdad de esta bella ilusión que todos aún siguen deseando creer.

Sabes el poder de un gobierno por el poder de su armada. Los militantes, soldados entrenados, fieles a los líderes que les han permitido llegar hasta donde están. Los puedes ver por las calles portando con orgullo su uniforme, con mirada fiera y listos para cualquier ataque en el momento menos esperado. No hay forma de tomarlos desprevenidos, entrenados en batalla, sin delicadezas para forjar guerreros capaces de dar su vida si esa es la orden, ¿te atreves a retarlos? Estos hombres y mujeres despedazaran a la oveja descarriada que se atreva a levantar la voz en protesta. No los provoques, que sus límites no son nada a lo que alguien tenga permitido.

No juzgues por la apariencia, algunos pueden parecer inofensivos, incluso un chiste, ¿quieres reírte de ellos? Atrévete, cúbrete los labios para que no logren escucharte. Pero hay que tener en claro que estas personas son las manzanas podridas, las bestias domesticadas que, con collares sobre su cuello, muestran sus dientes hacia los enemigos que se acercan por la línea de frente. Hay que estar preparado, ellos siempre lo están, con armas en mano, dispuestos a morir por los ideales con los que fueron moldeados al ocupar su posición. Ten cuidado, no caigas en sus manos, porque ellos si muerden.

Muchos dicen sentirse observados, mirando en su alrededor, buscando el origen, cayendo en la desesperación y la amarga derrota de no encontrar respuestas. Muchos lo sienten y pocos han sido los afortunados de encontrar los orígenes, o mejor dicho, los desafortunados de encontrarse cara a cara con quien los ha estado observando desde la sombra. Los Centinelas, sombras, entes que se mueven en la oscuridad a plena luz del día. ¿Complicado? Complicado es encontrarlos, es detectarlos, lograrlos identificar entre la mar de gente donde se camuflan, bajo la máscara sonriente que usan como coartada.

Están en todos lados y están en ninguno. Pueden ser un simple vendedor, el vagabundo de la esquina, el matón del callejón por el que no quieres ir. El buen samaritano que ha salvado tu vida de una muerte segura. No hay forma de saberlo. Moviéndose por donde nadie y todos tienen acceso, son una rama dentro de la milicia actuando de forma semi independiente. Informan, investigan, se infiltran y aniquilan de creerlo necesario. Después de todo su trabajo es asegurar la paz entre las calles de Euphir Virietum, obtener los detalles que puedan asegurar la victoria de sus líderes y, claro está, la muerte de los enemigos.

Justicia ciudadana. La protección de los habitantes, las figuras que pretenden entregar algún resquicio de seguridad a las personas que transitan por las calles de esta gran ciudad. Hombres y mujeres que han decidido entregar su vida a servir la ley, hacer cumplir las normas de este último resquicio de civilización que queda en el mundo. ¿Qué tan cierto es esto? Estas personas, que pretenden mostrarse con orgullo, pueden venir de donde sea. Desde la alcantarilla más baja hasta el basurero más desolado. No todos tienen pasados agradables, algunos malditos, otros desesperados, están reunidos solo para ser los  peones desechables en medio de una batalla que pretendía ser importante.

Pero no hay que fiarse, algunos aún conservan el interés de hacer cumplir su trabajo de forma correcta. Honestos, rectos, justos, honrados. Pero realmente son muy pocos, tal vez escasos. ¿Quién podría saber en quien confiar? Como si fuera posible saber si el oficial en la esquina de aquella calle esta dispuesto a proteger a la pobre criatura que ha decidido transitar por las calles solas. ¿La ayudará o dejará que los lobos la devoren?

Los entendidos, los eruditos, doctorados, los sabios. Son hombres y mujeres que si bien no muchos destacan por habilidades físicas, si han mostrado tener un valor para esta ciudad. Su inteligencia, sobrepasando la de cualquier persona común, ha mostrado tener una facilidad y habilidad innata para meterse entre los temas más desentrañables. Buscan respuestas, soluciones, preguntas que necesitan de una respuesta. Nunca quietos, nunca satisfechos, estas personas han nacido para conocer los libros, los experimentos. Y entre estos morirán.

Muchos trabajan en el centro de investigación de Euphir Virietum, otros se dedican a causas más nobles como es la medicina, salvando las vidas de las criaturas caídas en sus manos con solo un suspiro entre sus labios. Ingenieros, científicos, mecánicos. Los genios que elevaran el nombre de esta ciudad, que mejoran día a día la vida cotidiana de los afortunados que han llegado a esta ciudad, los encargados de entregar a las fuerzas armadas las herramientas para hacer su trabajo. Sin duda, una de las ramas más importantes de esta ciudad. ¿Será la más débil?

Un burdel de prestigio, de renombre y posición dentro de Euphium. Aquel que guarda los más oscuros secretos de la ciudad, en donde muchos hombres y mujeres de negocios –bajos negocios– han acudido por la privacidad de cerrar tratos. Kavaglier es un terreno neutral, tierras muertas donde la ley de su líder era la única que valía; mientras el gobierno recibiera su contribución, no habría oídos u ojos que vieran lo que ahí pasaba. Pero sigue siendo un burdel, uno que por definición no es más que un antro de perdición y lujuria.

Porque no es extraño que, apenas la noche cayendo sobre Euphir Virietum, este lugar cobre vida; bailarines, bartenders, camareros y camareras no son más que los que están dispuesto a entregar su cuerpo por la cuantiosa suma de dinero que se merecen. Un espectáculo digno de verse, de admirarse, aquel que encandila a sus visitantes y seduce a los incautos. Pocos son capaces de resistirse, cayendo en las redes del pecado más mundano de aquel mundo.

Varaktum no se maneja sola, por supuesto, no se dirige ni se lleva adelante por cuenta propia. A pesar de que su seguridad cuenta con la más alta tecnología, la mano dura de una entidad es algo irreemplazable. Los Jailers son aquellos que, sin compasión, han de reformar y guiar a los prisioneros por el camino correcto. No son amables, no son compresivos y no tiene perdón para los infractores que llegan ante ellos. Sin temor a que el ser frente a ellos pueda morir entre sus manos, estas personas son mensajeros del infierno, los verdugos que apretaran las cadenas en los cuellos de los más incautos.

No importa que tan leve haya sido el crimen, no importa si solo han levantado su voz aclamando la justicia que no se ha entregado, si están en esta prisión serán tratado como traidores, basura que debe reformarse, un animal salvaje que debe ser domesticado. Muchos de ellos poseen entrenamiento militar, otros tantos han aprendido de las calles y la experiencia, pero supieron hacia quien volcarse cuando la oportunidad se presente. Son animales salvajes deseando enterrar sus colmillos en la próxima víctima que tenga la desgracia de caer frente a sus ojos.

Criaturas que han nacido para servir, para agachar la cabeza ante los que serán considerados sus amos, a quienes son entregados como un regalo. Seres que han desarrollado, o les han obligado a desarrollar, una dependencia hacia aquellos que les poseen. Jóvenes, de todas las edades, que son entregados como objetos, y tratados de igual forma. La elegancia, la belleza y los suaves movimientos son propios de una educación especializada para su objetivo; han sido preparados desde la más tierna edad. Muchos de ellos fueron niños entregados, a la fuerza, como un modo de paga. Otros son las creaciones del Centro de Investigaciones. Sin importar su procedencia, su tarea es simple; servir.

Su educación es básica, con los conocimientos suficientes para mantener una conversación elocuente. Incapaces de traicionar o ir contra los deseos de sus amos, sin importar su temperamento, es algo que se les ha inculcado mucho antes de siquiera poder enlazar dos palabras justas coherentemente. Como bien indica su nombre, son mascotas, seres de compañía; para servir y entregar, sin contemplaciones, sin reproches. Criaturas que son catalogadas como objetos de exhibición y diversión.

Un grupo que ansía derrocar el actual gobierno, que ansía la libertad absoluta de todas las criaturas controladas por este imperio. Ellos no intentan implementar un nuevo orden en el manejo de la ciudad, por el contrario, desean eliminar todo orden jurídico. Erradicar toda autoridad, deshacerse de toda posición social entre los habitantes. Una utopía, dirán muchos que se buscan; un paraíso, un escape al infierno en que la tierra se ha convertido. Sin embargo los motivos son confusos, casi desconocidos; así como sus miembros.

Sin embargo son buscados, son cazados para ser erradicados, solo por su pensar, solo por sus deseos de libertad. Pero nunca callados, se mueven entre las sombras, años de experiencia les han enseñado que en este mundo deben moverse y esperar el momento del ataque. ¿Cómo reconocerlos? Si transitan por la calle fingiendo ser personas normales, si pocos se dejan identificar. Fríos y calculadores, están listos para cuando su gran momento de ataque se dé. Aun si se capturara a uno, no se puede asegurar capturar a todos. Ni ellos lograron conocerse entre todos.

No hay perdón, no hay clemencia; no hay un futuro cuando se entra en Varaktum. Clasificados como criminales, un bicho rastrero que no es más que los desechos de tan desarrollada sociedad, la oveja descarriada que debe ser corregida. Y no hay que esperar que por no obtener la pena de muerte, se ha demostrado que el crimen es menor; hay pocos afortunados –manera elegante de decirlo– que han llamado la atención de los altos mandos, criaturas que tienen un potencial que otros no ven.

Eso es Varaktum, un reformatorio en donde las bestias salvajes y desmedidas son preparadas, sometidos y subyugados para entregar su lealtad al Parlamento. Los Guilty, aquellos hombres y mujeres que se ven reducidos, dejando su fortuna, su integridad a los entes que, cual demonios, pretenden redimirlos ante las entidades contra las que se rebelaron. Pocos los que sobrevivan, efímeros los que logran seguir adelante, muchos sucumbiendo a la desesperación y locura por el encierro. Otros tantos, más afortunados, pueden ver más cercana su libertad; reducidos a meras armas que esperan su motivo de existencia.

NOTA: Grupo con su propio espacio del rol; Varaktum Prison.

Armas, narcotráfico, prostitución, trafico, contrabando son solo algunas de las cosas que manejan, negocios que les han entregado suficientes riquezas como para darse una vida cómoda y falta de necesidades. Capaces de poner a pies de los ciudadanos sus necesidades más bajas, de satisfacerlas e incentivarlas. Grupos o clanes que se pelean entre sí, una guerra continua, para apoderarse de los territorios de aquella ciudad ya podrida; aprovechándose de los movimientos bajo la ley, de la protección que pueden comprar con unos cuantos billetes, hacen los deseos de los ciudadanos realidad. Siempre por un precio.

Muchos de ellos contratan los servicios de quienes necesitan solo unas monedas de más, sin importar su estatus social, son capaces de regodearse entre la élite, conseguir el favor de la policía, incluso de hacer negocios bajos con los anarquistas. Pero saben dónde es su límite, hasta donde han de llegar. El Parlamento tiene un ojo sobre todos, y la mafia no es una excepción; sabiendo hasta donde han de meterse, hasta dónde seguir apretando. Estos grupos no se meten o intentar ir más allá, manteniéndose en el fino límite para evitar su entera erradicación.

Vender su cuerpo, complacer los deseos de quienes paguen su precio, satisfacer las más oscuras necesidades de quien se les ofrezca. Son amantes de una noche, negociantes del placer sexual. Seres que han sabido usar sus cualidades, aprovechándose de sus virtudes para engatusar, seducir a sus clientes, ansiando obtener lo que mantienen en sus carteras. Muchos de ellos han caído en la obligación de venderse a sí mismos, por necesidad, por desesperación; algunos logran disfrutarlo, encontrarle el gusto y —al mismo tiempo— satisfacer sus propias necesidades. Otros solo desean el dinero, obtener lo suficiente como para subsistir y continuar, ansiando, deseando conseguir otro futuro, una mejor oportunidad.

Seres de los cuales no fiarse, quienes aprovecharan la menor de las oportunidades para hacerse de lo que hay en sus bolsillos. Muchos trabajan en burdeles, cabarets que les ofrecen protección, un techo en donde mantenerse y poder trabajar bajo un determinado precio. Mucho otros solo vagan por las calles, pasando las noches en moteles junto a sus amantes de turno para luego desaparecer en la mañana; si es que pueden desaparecer. Porque, esto es una necesidad y un trabajo que rinde sus frutos, pero también es peligroso. Nunca sabrán con quien se meterán o con quien terminaran. Porque no saben que bestia les tocara complacer.

Criaturas que matan por un módico precio. Criaturas sin escrúpulos, sin culpa o consciencia. Son quienes erradicaran una familia a sangre fría, sin la menor expresión en su rostro, ansiando una única cosa; recibir el pago justo. Porque no trabajan gratis, no trabajan por placer. Son movidos por el dinero, por lo que pueden obtener al entregar el cuerpo frente al contratante. Porque no les importa su objetivo. Un Élite, un Militante, una Mascota, un Policía; todos son igual ante los ojos de un sicario. Objetivos, cuerpos en donde encajar su arma, criaturas que tienen contadas las horas de su existencia.

Contactarlos no es difícil, muchos vagan por las calles de la ciudad, sin un hogar propio; pasando las noches en algún hotel de poca monta, muchas veces en compañía de una prostituta que se convertirá en un cuerpo sin vida por la mañana. No son quienes se dejan identificar con facilidad, no entregan su nombre a menos de estar muy confiados en sus habilidades o de tener la suficiente seguridad; sin embargo las ocasiones son contadas. Seres ruines que, incluso, morderían la mano que les da de comer; por el pago exacto.

El sexo, el desenfreno y el deseo se mezclan para formar la más exquisita de las combinaciones; la misma que invade cada efímero rincón de Paradisium; el rincón de Lucinthul en donde más de una bestia se ha visto liberada de sus cadenas, en donde no hay temor al mañana, a las consecuencias o lo que pueda suceder. En este lugar no hay ley que valga, no hay clemencia, no hay límites que puedan doblegar a los seres insaciables. Hombres y mujeres ofreciéndose cual ganado, exhibiendo su cuerpo para obtener el dinero suficiente para cubrir su cuota. Tal vez no lo hagan por placer o diversión, mas es una forma de subsistir, de llegar al mañana.

Sin embargo el riesgo es grande, un fallo y su existencia podía terminar en una noche de desenfreno y placer para su cliente; saben dónde se meten, con quienes se meten. Y sin embargo, aun si se perdieran entre la noche, no son una pérdida importante. En la mañana, cuando sus cuerpos sean desechados, alguien más estará ocupando sus lugares para complacer los deseos del próximo cliente que entre por la puerta. ¿Horarios? Este lugar no los tiene. Puede parecer, pero incluso en el día se mantiene abierto para saciar los deseos de las bestias hambrientas de placer.

Muchos pueden confundirlos con las mascotas, por la privación de su libertad, por ser convertidos en objetos de exhibición; sin embargo mantienen una diferencia. Ellos no fueron preparados para servir, no fueron instruidos, no fueron educados; no mantienen una dependencia hacia quien los posee. Fueron arrancados de sus vidas, del seno de su familia, de las calles; arrastrados por las necesidades y avaricia de seres más poderosos, vendidos contra su voluntad. Algunos fueron entregados por su propia familia, otros traicionados por sus allegados.

Contra su voluntad, son usados como sirvientes, esclavos, encadenados a quien ha pagado su precio. Obligados a bajar la mirada hacia alguien más poderoso, reprimiendo sus deseos de libertad; no muchos tiene la elegancia y la educación que las mascotas poseen, pues estos son de orígenes mucho más humildes. Son cuerpos manejados por los hilos del destino, atados de pies y manos, con un deseo ferviente de rebelión. Muchos han muerto, sacrificados o condenados ante una desobediencia, no se les perdona. En sus cuerpos las marcas de sus orígenes, las cicatrices de la disciplina impartida antes de ser vendidos.

Son considerados traidores, alimañas que se han revelado y deben ser eliminadas, criminales que no merecen el perdón; seres que han aceptado un destierro voluntario para escapar de las garras de la muerte. Sin embargo, también son experimentos, sujetos de prueba que han logrado escapar de las cadenas que los mantenían prisioneros. Seres que han visto una vez más la luz del día reflejarse sobre su rostro y que, sin embargo, deben huir y esconderse para no volver al lugar de donde escaparon. Sus crímenes innombrables, estas personas no pueden ser vistas en sociedad sin que su cabeza sea colgada para mostrar las consecuencias de sus actos.

Muchos, por no decir todos, no son más que el reflejo, una sombra de lo que fueron o debieron ser. Ahora, escapando, ocultándose en las sombras de una ciudad podrida; buscan huir, esconderse, evitar el destino al que han sido arrastrados. Usando nombres falsos, máscaras, disfrace, moviéndose por los rincones más oscuros y peligros de la ciudad. Saben que su rostro es reconocido, que un solo paso en falso es la condena que sus crímenes merecen. Ahora su mayor reto es sobrevivir al infierno del exterior.

La parte más baja de la sociedad, ladrones y estafadores de poca monta, los que se escabullen entre las calles. Personas con su propia ley, que crean sus propios mundos, territorios en los cuales donde lo que dicen se hacen. Son las miserias de la sociedad, seres rechazados y que han sido repudiados, que han luchado para hacerse de un lugar en este mundo tan cruento. Muchos forman pandillas, grupos que posibilitan la oportunidad de subsistir, de mantenerse con un lugar en este mundo. Pero todos han de tener algo con que saldar su vida, porque nada se da gratis, deben rendirle respeto a una Jefe; deben entregar el precio de su cabeza a quien les entrega protección.

Pueden cometer crimines bajos, unos que muchos no merecen mención; o pueden trabajar para fuerzas mayores, terroristas y anarquistas suelen usarlos a su antojo. Porque son un ganado ansiando un poco de poder. Son fáciles de reconocer en las calles, en sus cuerpos las marcas de las pandillas a las que pertenecen, unidas a las marcas de reconocimiento; aquellos que han mostrado su trabajo bien dado. No son meticulosos en su trabajo, no son cuidadosos y suelen ser el principal blanco de la policía. La basura que basura más refinada se encarga de sacar; no tiene riquezas y poder en la ciudad, pero si causan conmoción y rechazo. Son perros callejeros, lacras de la ciudad.

Salvajes, cruentos, despiadados. Un grupo que busca crear el caos, que busca la destrucción. Desean destruir el orden que se mantiene en Euphir Virietum, quebrar la jerarquía, los poderes que hasta ahora han mantenido este mundo a flote; instalar los tiempos de caos, traer de nuevo la guerra en el último resquicio de tierra que aún se mantiene estable. Son violentos, armados y dispuestos a morir por su causa. Salvajes y sin razón de ser, provocan el miedo e inseguridad. Porque ellos desean crear su imperio en donde solo vale la ley del más fuerte, en donde los privilegios y el orden quedan en el olvido; en donde todas las criaturas vuelven a su estado más primitivo, mundanos.

Nacieron de la guerra, fueron formados en medio de las vorágines de las peleas, de la sangre y los cuerpos putrefactos poblando la tierra. Estas personas no conocen nada más que el terror, la desesperación y la sed de sangre. Y están dispuestos a convertir esta ciudad en un campo de batalla donde ellos, viejos y ansiosos guerreros, desean danzar como los viejos conocidos de un arte que solo traer muerte y desesperación a las tierras que ataca. Y aunque su cordura es tambaleante, ellos se mantienen firmes en su  deseo de llegar a la cima. Para destruirla.

Redeem son los sobrevivientes de la humanidad, son aquellos que dieron fin al mundo y aquellos que comenzarán un nuevo mundo con ellos, como gobernantes. La raza más débil, aquellos que han dado caza a través de los años han fortalecido un grupo, un nuevo gobierno que será quienes tomen el poder y regresen la tierra a sus días de gloria. Humanos con fuertes vínculos, avaricia quienes tuvieron poder en el pasado, que controlaban el mundo bajo sus propios hilos. Humanos con conocimientos que han visto perecer el mundo, pero han decidido levantarse para tomar su país, para tomar la tierra… ¡Para retomar el poder!

Sin embargo, no sólo los humanos caen dentro de este mundo. Criaturas, híbridos que han dejado sus vidas atrás para conseguir más tiempo de vida, para luchar contra aquellos que se opusieron a sus ideologías. Porque ellos sólo quieren dejar a un lado el infierno, sin importar que tengan que ayudar a aquellos que lo destruyeron. Un grupo de: Fuerzas especiales, llamada: Freiheit (libertad).

Existe algo que se llama: Contrato con el infierno. Consiste en hacer un contrato con una criatura del inframundo o bien el cielo. Ángel o demonio que trasmitirá su poder a un objeto en especial que el humano decida, ese poder no sólo fortalecerá su cuerpo, sino, también le dará el poder de controlar la luz o la oscuridad por medio de ese arma. Por tanto, sí vas a tomar este grupo cómo base para tú personaje, te recomiendo utilizar en los “extras” el arma a utilizar, y lo más probable el nombre del demonio.

Executor, para muchos, no es más que una leyenda. Rumores que vagan entre los más curiosos, susurros en los oídos de los desinteresados, zumbidos incesantes en los cargos militares. No nacieron, como tal, sino después de la devastación del mundo, en su colapso, en su caída. No son supervivientes, nunca podrían calificarse como tales, son extrajeron, son hombres y mujeres que en sus manos retuvieron el poder tanto como sus existencias les permitieron. Son quienes han probado el elixir de lo intocable, aquellos que se alzaron ante otros envueltos en los aires de superioridad. Y sin embargo, en cuanto la guerra dio inicio, vieron su mundo derrumbarse, el poder perdiéndose de sus manos; cayeron al abismo, a la oscuridad, se vieron consumidos en su miseria y se vieron reducidos a lo que tanto habían humillado.

Y ahora están dispuestos a recuperar lo que una vez fue suyo, sin remordimientos, sin límites; no como los patéticos humanos que intentan recuperar su lugar en el mundo, que intentan recuperar sus tierras. No, no son tan estúpidos; ellos buscan su poder, aquel que nunca debieron perder. Como sombras, fingiendo un rostro, destruyen poco a poco aquel gobierno que se elevó en lo que alguna vez fue Inglaterra. América es su lugar de origen, las tierras que les vieron nacer y crecer en lo que ahora se convierten. Ansían tomar el mundo entre sus dedos, ansían sobrepasar el pedestal en el que alguna vez estuvieron. No tiene límites, no hay una cúspide a la cual alcanzar; hay un infinito el cual conquistar.

Están aquí para purificar, expiar los pecados de un mundo que se está destruyendo a sí mismo, llevarlo a su castigo y salvar a las pocas criaturas que aun merecen una oportunidad. Si existieran. Son los ángeles, esos seres bondadosos que dedican su existencia a cuidar a los humanos, al menos una vez lo hicieron. Ahora enfundados en trajes de guerra y con armas entre sus manos están de regreso para hacer de jueces, jurado y verdugo. Euphir Virietum es su objetivo, el corazón podrido de un mundo que debe ser destruido para renacer libre de pecados.

Liderados por los Arcángeles del paraíso, se han reunido para llevar adelante una limpieza de un mundo que necesita recuperarse. Entre sus filas están las criaturas que han caído en sus encantos, que han aceptado sus ideologías, que están dispuestos a dar todo por su causa. Una justa y pura causa, al menos lo aparenta. Muchos de los guerreros entre sus filas tiene orígenes diferentes, no todos son nacidos entre las puras tierras del paraíso, pero han sido aceptados, han sido bendecidos para poder llevar adelante este gran propósito. ¿Qué tanto ha de ser verdad?

Nadie nunca escuchó de ellos, como sombras, nadie siquiera imaginó que en el mundo aun quedara algún lugar que se mantuviera a flote en medio de la guerra. Lo que alguna vez fue Oceanía, en un país manteniéndose neutral en medio de la gran guerra, ahora es uno de los pocos lugares que logra brindar seguridad y tranquilidad a sus habitantes. Se mantuvieron bajo las sombras, con negocios bajo la mesa con Euphir Virietum, aprovechándose de la protección que la ciudad les entregaba. Pero todo favor se ha de pagar, y las cosas en este mundo no se mantienen de gratis.

Son un aliado, un amigo, un compañero, un refuerzo en esta guerra que se avecina. Como viejos amigos han llegado hasta Euphir Virietum para hacer frente a esta guerra que amenaza con destruir todo el equilibrio que se ha logrado en estos años. Y ellos están presentes, pagando un favor, estrechando la mano de sus iguales, de quienes les impulsaron a ser lo que ahora son. Porque las amistades, en este mundo, se basan en la utilidad, en los favores que se pueden hacer y devolver.

La guerra solo trae destrucción, sangre y desesperación, por lo que no es de extrañar que muchos busquen las salidas más descabelladas con tal de tener, al menos, solo un instante de tranquilidad. Tal vez como un mundano escape de la realidad, solo basta un buen show para hacer olvidar a las personas del horror de sus vidas, ¿y quién podría negarlo? Cuando este se presente entre luces brillantes, colores vivaces y música electrizante.  

Carnage Carnival es el escape, el pase a una realidad diferente en donde todo aquel que pueda pagarlo puede resguardarse, aferrarse a las luces y las presentaciones que dejan ver un mundo mucho más agradable que el real. Pero tras las risas se oculta el horror, con la sangre tiñendo los rostros de sus participantes. Criaturas que se han aprovechado de la guerra para servirse el plato de cada día, ¡y de forma más literal imposible! Porque aquellos desesperados que entran a este lugar, buscando salir de la realidad, lo logran en las garras de las criaturas que solo los observan como el plato del día.