E A S T W O O D ☪

NOMBRE COMPLETO: Liam Eastwood.
EDAD: 22 años.
SEXO: Masculino.
ORIENTACIÓN SEXUAL: Demisexual.
RAZA: Nigromante.
GRUPO DE PERSONAJE: Ídols.
NACIONALIDAD: Americana.
DISTRITO: Euphium.


Escuchas el constante golpeteo de la gota de agua al caer dentro de la vacía lava mano. Enjuagas tu rostro, notando la gran diferencia que tienes. Has crecido, lo notas en tus largas piernas, tus largos brazos e incluso la facilidad al moverte de un lado a otro sin la necesidad de una silla. Silla, que habías utilizado toda tu niñez para defenderte sólo en casa. Envuelves aquel plato de comida en papel aluminio, lo observas antes de dejarlo sobre la mesa, mesa que está vacía, no hay nadie más allí, estás sólo. Sólo, en casa. Ves el reloj que cuelga sobre la entrada de la cocina, inhalas el aire suficiente antes de salir por allí, porque tus manos están temblando, tiemblan con bastante frecuencia pero ya estás acostumbrado, aun así, sientes que te estás comportando de forma tímida, que temes, porque lo que quieres puede cambiar en cualquier momento. Temes quedarte sólo. Pero… ¿cuál es la diferencia entre la soledad que temes, y en la soledad que vives?

La diferencia más grande, es él y lo sabes. En esa soledad que temes no está él. En está soledad, vives con la idea de que en cualquier momento pueda volver a casa, cansado, pero aun así, lo puedes observar durante unos minutos, minutos en los cuales eres feliz. Disfrutas de su presencia, de su aroma, de su rostro e incluso, disfrutas cuando te molesta. Y lo amas, aun, cuando te abandona en aquella soledad que tanto temes, no dudas un solo minuto en amarle. Porque es tu padre, y lo sabes. Pero aun así… ¿Qué pecado es más grande es no amar a tu familia o amarla? Estás en un dilema, uno lo suficientemente grande que te hace guardar tus propios sentimientos para ti. Gritarlos, te gustaría. Decirlo, mucho más. Pero te los tragas, los guardas en tu garganta porque son prohibidos.

Pero lo prohibido siempre es lo más adictivo Y aquel enfermizo amor te hace crear un mundo dónde si vives sin él, no eres nada. No eres nadie, y te ves en el espejo convenciéndote de que todo es verdad. Que le necesitas a él, cuando realmente a lo que te estás aferrando es a un mundo que no conoces, que intentas madurar pero todavía eres un niño pequeño que se aferra a las faldas de su padre. Eres un niño, todavía; pero aun, siendo un niño, disfrutas de muchas cosas pequeñas que te puede dar el mundo. ¿Y qué te puede ofrecer este?

El amor incondicional, de aquel que amas tanto.

● ● ●

Existe una palabra que define a Liam Eastwood con todas las de la ley: tsundere. Esconde secretos, secretos que han marcado su vida a través de los años. Secretos que han hecho esconder deseos insanos, y formar un amor prohibido, un amor enfermizo. Pero al fin y al cabo es amor. ¿Quién juzgaría el amor de un niño por su padre? ¿De una admiración que es exponencialmente buena? Muchos, juzgaría que es incorrecto, que no puede ser posible. Pero es… amor. Y Liam, es una bola pequeña llena de un amor que nunca pudo liberar. Está lleno de amor, pero es porque siempre se sintió sólo, una soledad que le consumía desde adentro, le quemaba la garganta y le hacía explotar. Pero nunca lo grito, nunca lo habló con alguien más, porque se sentía culpable, se siente culpable y su cabecita ha manipulado tanto sus propias emociones que se culpa de la separación de sus padres.

Porque una pequeña llama, puede causar un incendio. Y su nacimiento, complicó a su familia, desde un punto de vista psicológico, muchos pueden considerarlo como falso, sólo cambió el círculo familiar. Pero se culpa, se lamenta. Y aunque hubiera deseado vivir con sus dos padres, sólo se crió con uno, pero cuando dice criar, se refiere a vivir.

Independiente, sólo hay una palabra que pueda definirlo, y una acción que pueda describirlo. Creció sólo, en la casa de su padre pero tuvo que meterse al actual mundo sin la ayuda de nadie. Desde los cinco años, subía encima de una silla para preparar su propia comida, pan con leche, emparedados e incluso a veces hacía cosas más avanzadas como calentar en el horno carnes frías. Todo lo hacía él sólo, ir a la escuela, salir de casa, tomar el dinero que le dejaba su padre, bañarse, cambiarse de ropa. Todo, pero nunca lloró, no delante de nadie. Lloraba, sí, pero sólo. Es lágrima fácil cuando se estresa demasiado. Cuando tiene demasiados pensamientos en la cabeza, y logra ver a su padre es capaz de soltarlo todo en lágrimas. De alivio, al sentir que su padre regreso a él, a pesar de lo ocupado que estaba, de los días que tardo. Y es feliz, con tan sólo verlo detrás de su escritorio se llena de tanta alegría que no puede ocultarla.

Pero así, cómo es lágrima fácil odia que se lo digan, o al menos que hagan algún comentario sobre ello. Así, cómo puede parecer dulce a simple vista, su humor cambia muchas veces. Se enoja con facilidad por las cosas más pequeñas, o así finge serlo. Para él enojarse con alguien es odiar hacer lo que este dice, ignorarle lo más que puede por algunos minutos o simplemente mentir. Pero cuando se trata de mentir, realmente es malo con ello. Tartamudea, sus palabras pueden detenerse en ocasiones, y es capaz de maldecir más allá de lo que realmente siente. Porque maldice, aunque en voz baja y con pocas palabras —porque debe de ampliar su vocabulario—, es capaz de decirte mil veces idiota, porque parece no saber otra palabra. ¿Y qué esperabas? Es un niño, de casa.

Pero no un niño mimado, aunque ciertamente puedes detectarlo por el olor, no es que su padre siempre este aferrándose a él. En ciertas ocasiones, cuando es capaz de verle, parece agarrarle la manía de abrazarle, él lo hace, entre maldiciones y quejándose de que ya está “grande” pero se aferra, con sus puños en la camisa contraria. Su pecho siempre ha sido el único lugar que esconde su rostro. Maldiciéndole por lo bajo, porque está en su etapa rebelde. ¿Y cuál es la típica edad rebelde? Descontrolado, mal hablador, que no obedece a nadie y sigue sus propias reglas. ¿Pero alguna vez ha tenido sus propias reglas? ¿Ha caminado por el mal camino? Y valga la redundancia aparte de mal hablado ¿se ha descontrolado?

Rebelde, por ir en contra de las acciones de su progenitor; tal vez. Pero también, porque por él, la familia que había educado a su padre se alejó cada vez más. Caer en las artes oscuras fue por un impulso de resentimiento, se sentía débil, y con la pérdida de su mejor amigo le impulsó a hacer acciones que muchos considerarían negativas. Pero a la vez, lo consideró como una acción que le iba a llevar a más. Qué iba a cambiar su futuro. Las artes ocultas impulsaron a tres almas a formar parte de su cuerpo, a intentar adueñarse de su vida a intentar ser él.

Liam posee tres personalidades aparte, personalidades que le hacen ser el espía perfecto. Personalidades que se mezclaron con la suya, que le hicieron madurar. Personalidades que esconde de su padre, pero que a la vez, son mostradas ante él, pero que el resto, conoce perfectamente.

Aisent; es pacífico. Usualmente la sinceridad es lo que brota de sus labios cuando intercambian a la fuerza sus propias personalidades. Dice lo que piensa, hace lo que los demás desean, pero a la vez es sincero consigo mismo, y siempre está cuestionándose sus acciones e incluso se cuestiona sus sentimientos y emociones. Porque Aisent siempre fue así, siempre quiso lo mejor para su mejor amigo, y sabe de ante mano, que su amor por su padre va más allá que el deseo carnal de envolverlo entre sus manos. Es la fuerza que apoya a su amigo, aquel que coloca sus manos en los hombros del mayor para empujarle a realizar acciones que pueden ser positivas —desde su punto de vista—, y negativas desde el punto de vista de Liam; después de todo va en contra de su personaje, y pareciese actuar simplemente como un niño que quiere la atención de su progenitor —cosa que no es falsa—, porque Liam siempre la ha querido tener. Estar entre los ojos de su padre, abrazarle, sentirse querido.

Pero Aisent es valiente, claro. Siempre teme antes de enfrentarse a enemigos cada vez más fuertes, pero la valentía que Liam y la arrogancia hace que sea más fácil atacar a sus enemigos con fuerza. Las habilidades para tranquilizarle en una pelea, y no dejar que la sangre se le suba a la cabeza, y lo nuble es lo que Aisent siempre está tratando de detener. Es un buen chico, honesto, sincero y amable.

Después de todo, siempre quiso a Liam.

Ardus; es todo lo contrario a Aisent. Es mentiroso, manipulador y es capaz de obtener lo que quiere cuando lo quiere y cómo lo quiere. Pero también esta llenó de tantas virtudes que para los demás es tan difícil de creer. Sin embargo, su energía siempre está interrumpiéndose cuando ve un trasero o un par de bustos que le gusten. Simplemente es una lujuriosa personalidad que en tiempos de crisis en el pasado no gozo cómo debía con los de su especie. Manipula sin temor alguno a todos los que estén a su paso, o se opongan a lo que estos le ignoran. Mentiroso, porque es capaz de mentirle a aquellos que no conoce, con los cuales le importa ganarse enemigos. Por esa razón, Liam, cuando no se trata de familia, amigos o compañeros miente con tanta facilidad sin la necesidad de colocarse nervioso o en el peor de los casos de dudar.

Ardus es capaz de halagar con mentiras, seducir con palabras e incluso llevar a los demás a una situación dónde se excite con pocas palabras y pocos movimientos. Utiliza el rostro hermoso de Liam para sus propios beneficios, pero a sabiendas de que el chico adora a su padre, hasta el punto de no hacer nada que lo aleje de él, se frustra lo suficiente sacando su furia a través de los toqueteos extras y las acciones que harían explotar a cualquier hombre en el progenitor de quien actualmente es su recipiente para su alma. Pequeñas acciones que rozan cada vez más el cuerpo del adulto, son provocadas por Ardus, por muy pequeñas que sean, para él son como grandes cataratas de agua fría bañando su cabeza.

Sí, porque entre más pequeñas son, Liam siente mucha más vergüenza cuando regresa a su habitación. Y disfruta de verle, moviendo su miembro de arriba hacia abajo intentando olvidar lo que ocurrió, el olor de su padre, la esencia de su vida e incluso… sumergirse en un mar de deseos insanos.

¿Se divierte? Por supuesto; a pesar de no tener el cuerpo en su total control, esas pequeñas acciones, causaran una gran explosión… algún día de esos.

Atzel; por el contrario de Ardus, al igual que la posición de Aisent. Atzel es mucho más inteligente, mucho más estratégico y sus habilidades están mostradas en la pelea y las estrategias para salir vivo de problemas. Sin embargo, así, cómo es bueno en la estrategias e inteligentes, no puede evitar amar la pelea como si de sangre se tratara. Atzel en el pasado fue un militar, un dragón que ejercía los trabajos a través de sus movimientos estratégicos perfectos para acabar con los demás, por lo que en ocasiones Liam puede conseguir fácilmente batallas que terminan a puño limpio con personas totalmente desconocidas. Y lo disfruta, lo disfrutan; ambos.

Pero así, cómo Atzel puede ser amante de las peleas, actúa como la conciencia al ser de mayor edad que las otras dos almas presentes e incluso, puede impulsar a Liam a situaciones dónde le haga decir lo que realmente siente. Por lo que se alía con los otros dos para hacerle “bromas” para que confiese con sinceridad lo que desea. Por lo que se oponen casi siempre a las acciones que Liam hace —cómo encerrarse en la habitación huyendo de cualquier tontería que diga su padre—. O —haciendo cualquier acción que vaya en contra de sus propios ideales—. Atzel es aquel que toma el papel cuando se trata de una estrategia en su escuadrón, la planea con los miembros e incluso actúa de la mejor forma posible para llevar todo a la victoria.

Pero así, cómo sus personalidades pueden cambiar en cualquier momento, él sigue siendo el mismo. Luchando contra la soledad que le ha acompañado desde pequeño, observando en la ventana de la casa hasta la llegada tardía de su padre. No se lleva mal con su madre, pero tampoco la considera un ejemplo a seguir, después de todo ella le abandono a él, y mucho más importante, abandono a su padre cuando más la necesitaba. A pesar de no amarse, se pudieron cuidar… ¿no? De eso se trataba un matrimonio. Liam hizo su papel, le cuido, lo alimentaba y aunque él mismo no lo aceptaba, siempre velaba lejos por él. Admiraba a Baltashar, tanto que podría cuidarle todavía en un estado crítico —aunque nunca lo ha visto enfermo—.

Visita todavía a su madre para ver cómo se encuentra, aun así, no es muy apegada a ella; hablan como conocidos, lo mucho que puede llamarla él con amor es Lissy. Le prometió a su madre que él cuidaría a su padre, sin importar la soledad que estuviera delante de él, no sería como ella de abandonarlo. Y que haría que le quisiera. Algo que ella nunca pudo hacer.

La posesividad de Liam siempre está empujándolo a hacer acciones arriesgadas. Cómo por ejemplo, meterse en misiones dónde involucre a su padre para que no salga herido. Conoce de igual forma el lugar del trabajo del mayor, y la gente con la cual se involucra, por algo es un espía, y recoge información de todos los que viven a su lado.

¿No es un amor? Sin alguna duda.


Familia, cuando escuchas esa palabra lo primero que te imaginas es a tu madre, a tu padre y si tienes suerte hermanos que vivirían contigo para apoyarte en todo el camino de tu vida. Sí, pelearías, te lanzarías a golpes con tus hermanos e incluso discutirías con tu padre. Pero esa una etapa de la vida, criaturas que estarían allí para extender su mano cada vez que fracasabas, que te animaban para que siguieras luchando por ellos, por ti, por el futuro. ¿Un futuro dentro del infierno? Posiblemente.

Sin embargo, cuando Liam escuchaba familia, lo único que pensaría es en una casa vacía, sola, sin nadie quien extendiera su mano para ayudarle. Porque nadie le había ayudado nunca, recordaba las frías manos de su madre, Elisha; Lissy de cariño. Envolviéndole en sus brazos para darle un beso en su frente de despedida, ver la espalda de ella alejándose a sus cuatro años de edad e incluso la espalda de su padre que reconocía siempre detrás de aquel gran escritorio, escondido entre grandes papeles y muchos instrumentos que le habían prohibido desde pequeña edad tocar.

¿Familia? Liam no conocía eso, y hasta la hora, nunca lo conoció.

Eastwood fue una familia prestigiosa en su tiempo, el linaje que había sido creado a partir de dos familias de gran prestigio dieron su nacimiento. Y así, fue como condenaron a un alma que encerraba oscuras emociones. Elisha nunca le quiso como un hijo, o al menos, eso fue lo que le dijo cuándo la encontró años después. No había sido su culpa —aclaró—, había sido la de su padre, y aunque él se pareciese a ella, ninguno de los dos, jamás, iban a alejarlo de lo que más amaba: su trabajo, claro está. Liam lo sabía, también aceptó el hecho de que ella no sintiera amor materno por él, pero también, aceptó que ellos dos no eran la misma persona.

Tal vez ella no lo logró hacer, pero él, haría el intento.

De salvarlo.

La espalda de Elisha se alejaba esa noche, cuando la vio subir a un auto de color negro despidiéndose de la casa dónde actualmente viven. Vio por la ventana las luces del auto parpadear desapareciendo entre los grandes callejones, y también vio a su pequeño peluche: Shepherd's —un conejo más o menos grande de orejas largas de color rosa—, en sus manos. Pero también sintió las lágrimas que se deslizaban por su rostro, y el frío que esa noche había sentido al dormir sin el frío beso de su madre en su frente. Aunque nunca le demostró amor, era mejor que estar sólo.

Y estaba sólo.

Cuando vio de nuevo a su padre, intentó hacer que le observara. Que le mirara o al menos, llamar su atención con acciones que eran consideradas peligrosas para los adultos. Pero nada, su trabajo, su investigación… e incluso, él se volvió solamente una piedra dentro de ese hogar. Claro, Liam no se rendía, porque había aprendido que entre más un adulto se tardaba en reconocerte, mejores eran los pasos que habías dado en tu vida —o eso veía en el canal de dibujitos que era lo único que había dejado su madre en la televisión—. El pequeño creció de forma independiente, intentando arreglar el hueco que había dejado la mujer.

Independiente, sin ayuda de nadie. Él mismo, se educó.

Su padre llegaba una vez o dos a la semana, él siempre le hacía un café —con ayuda de las vecinas del barrio—, aprendió lo que era cocinar, o al menos, hacía cosas decentes sin la necesidad de utilizar la estufa, todavía era muy pequeño para ello; por lo que sus comidas siempre eran emparedados fríos, café caliente a partir de la cafetera que terminaban en la mesa de aquella gran oficina. Él se quedaba horas en la puerta observándole trabajar, porque amaba ver sus ojos brillando cuando leía cada vez más aquellos papeles. Ver cómo su sonrisa crecía en su rostro al ver algo que le gustaba. No le importaba sentarse en la entrada para observarlo, incluso perder sus horas de sueño si lograba ver a su padre feliz.

Porque Liam amaba a su padre, lo admiraba. Todavía es la hora y lo hace, aun, cuando se comporta tan cambiante.

Pero no todo lo que brilla, es oro. Y es un buen dicho; porque para un lugar tan seguro, siempre habían motivos por lo cual intentar cambiar.

Liam tenía ocho años cuando todo pasó. Todavía era un niño, y disfrutaba de su niñez en compañía de muchas personas, porque era famoso en la escuela al ser tan inteligente, le caía bien a todas las personas y su habilidad para comunicarse con libertad había dejado de lado toda timidez que alguna vez en su infancia tuvo. Tenía un amigo, su mejor amigo, Aisent —un pequeño dragón naranja—. Quien siempre jugaba con él luego de clases. Aisent no podía convertirse en humano por una enfermedad de la cual poseía, pero su madre, al igual que el resto de su familia sí, aun así, ellos lo adoraban al igual que Liam, le tenía demasiado cariño. Lo admiraba por la fuerza, y su familia amaba a Liam.

Tal vez encontró lo que se llamaba: Calor de hogar, pero a pesar de todo; él amaba su hogar, y a su padre.

Aisent era todo lo contrario a Liam, callado, tímido pero aun así, daba su cara cuando lo requería. Liam peleaba, discutía, no era para nada tímido, pero era inteligente, y bastante elocuente. Ambas personalidades chocaban, pero se querían. Liam lo admiraba, Aisent le quería demasiado. Cuando los disparos se escucharon. En el centro del distrito, un terrorista había utilizado rehenes para conseguir lo que quería. La milicia estaba rodeándolo, pero ellos, al estar en el lugar equivocado terminaron envueltos en todo aquel teatro. Liam en el medio de todo, su cuello iba a ser roto por el delincuente si no acudían su petición: — ¡Asesinen a toda la milicia, o este niño muere! — ¿A quién le importaba un niño? La milicia nunca arriesgaría todo su ejército por él, un simple mocoso. Pero mostrar eso a los habitantes sería revolucionario, mostrar cómo la milicia dejaba que un niño muriera; eso revolucionaria las calles, sería la piedra en el zapato de la milicia, del parlamento…

Algo se debía de hacer.

Y Aisent lo hizo. Fue la gota que derramó el vaso, fue lo que provocó el accidente. Liam había mordido el brazo de su agresor, para que le soltará, fue capaz de agacharse antes de que el fuego que expulso la boca de su mejor amigo le alcanzara. Pero ellos no esperaron que el hombre controlara el fuego, no predijeron que la bala que saldría disparada le daría en la cabeza a Aisent, no predijeron que la milicia atacaría al hombre que le había disparado a su mejor amigo gracias a ellos.

No predijo que esa tarde por su propio capricho Aisent moriría.

Lo único que recordaba era su petición: « ¡Mañana cumple Balddy! Acompáñame a comprarle un regalo » Aisent dijo que no podía, pero al final aceptó el capricho de su mejor amigo… y terminó sin vida delante de sus ojos. La sangre, la gente corriendo e incluso el rostro de la madre de él, nunca lo olvidaría. Un cuerno fue el regalo de su familia, su padre llegó a enterarse del accidente luego del entierro.

Liam no salió, no, durante un largo año.

Vivió, encerrado en libros. Pero no eran los libros de su padre, eran los libros de su madre, libros de hechicería que había dejado en el sótano de la casa. Libros, que le ayudarían a revivir a Aisent.

Porque lo único que quería, era a su mejor amigo de regreso.

Magia negra, nunca era confiable. Y un niño de nueve años debía de saberlo. Las palabras habían salido fluidas de su boca. El círculo estaba hecho en el suelo, el cuerno, el cabello que alguna vez tuvo, dibujos que eran muestra de su personalidad y el recuerdo de que era su mejor amigo estaba presente.

Todo era… perfecto, tal vez.

Pero una vida muerte, jamás volverá a la vida. Alguien quien murió, nunca regresará. Nunca, podría traer su alma, pero nunca su cuerpo. Porque había muerto, se había largado. Y el cuerpo cuando era abandonado de su alma, se pudría en el mundo. Porque no era nada…

No había, nadie.

No era Aisent solamente quien estaba delante de él. Habían dos más, dos almas que se colaron en la invocación. Almas que requerían un cuerpo físico. Almas que ansiaban a alguien para poseer. Ardus era un poderoso dragón de la oscuridad quien fue el primero en tomar el control del cuerpo de Liam. Atzel controlaba la luz, luz que combatía dentro con la personalidad de aquel niño y Aisent quien debía de ayudar a su mejor amigo a librarse de esos dos.

Un choque de almas. Una energía gastada.

Perdió la conciencia, y casi, la vida.

Sí su vecina no hubiera escuchado el fuerte ruido dentro, sí los vecinos no hubieran entrado hasta llevarlo al hospital. Tal vez no existiría nadie quien contara la historia de cómo cuatro almas luchaban por tener el control de un cuerpo que a tres de ellos no le pertenecían, y uno de ellos estaba tan débil para tenerlo de regreso.

Tal vez, nunca hubiera despertado. Sólo… ocurrió, ¿un milagro? Extraño, pero incluso en el infierno todavía existían.

Muchos lo ven como mesías, otros como salvadores. Liam, vio a su padre como lo que era. Un hombre cansado, quien había dejado su trabajo por ver sí seguía vivo o no… Por primera vez había agradecido roto las reglas de la magia, no importaba ser degradado a Necromantico él… nunca antes se había sentido tan feliz, nunca había sentido tanta felicidad…

Hasta que abrió sus ojos, meses después.

—Buenos días, Daddy.

Una experiencia cambia a quien la vive. Y eso, lleva a un crecimiento sin queja alguna. Liam creció, al menos, considerar madurar aquello que ocurrió con su vida, fue un paso para denominar quien era realmente. Las almas nunca salieron de su cuerpo, él poseía a tres dragones en su compartimento de almas, que eran capaces de salir en un momento de debilidad de su propia personalidad. Eso, dibujo un dragón que comenzaba en su espalda terminando en su mano izquierda, dónde marcaba la desobediencia, queriendo intentar traer a la vida a alguien que había muerto.

Eastwood es sólo un apellido. Ninguno de los dos tienen relaciones con su familia. Ni con los abuelos, ni con tíos, ni siquiera sabe sí su madre sigue en contacto con ellos. Lo único que sabe es que ambos fueron degradados, y que todo el prestigio cayó al suelo. Después de todo, Liam olvidó que poseía magia, y su padre, se convirtió en un gran Gato.

La milicia fue su principal objetivo, no porque quería defenderse, al contrario, quería defender a aquellos que más quería. Su falta de poder ocasionó muchos accidentes, la muerte de su mejor amigo, cuando su madre se fue, su falta por no poder liberar a su padre de aquellos deseos de vivir dentro de la oficina. Mucho era por su falta de fuerza, y él quería liberarlos a todos, de liberar sus deseos. Y la protección, era la adecuada.

Poder, fuerza, habilidades, estrategias. En la milicia te enseñan todo ello, pero nunca te educan como en casa, y su independencia fue quien marco el comienzo de un grupo de colegas que querían ser cómo él, que querían seguirle por su fuerte personalidad, por lo divertido que se escuchaba molestarle. Y por saber, que los centinelas los esperaban. Fue cadete, fue capitán de equipo, fue miembro de altos rangos en la milicia a corta edad antes de ir a parar en los centinelas. Porque él actuaba, sus personalidades le hacían mostrar algo que no era, lo disfrazaban. Lo convertían, en alguien más.

Porque Liam, se había convertido en un hombre que quería defender a la persona que más amaba.

Y no era un amor fraternal, lo sabía. Porque cuando comenzó a ver a su padre a partir de otros ojos, temió de él mismo, de lo que ocurría, de lo que podría pasar. E incluso, intentó alejarse. Pero cada vez que lo intentaba, regresaba a él, porque así… era de enfermizo su amor.

Era centinela, dirigía un escuadrón con algunos compañeros de la milicia; sin embargo,  en uno de sus descansos conoció a un hombre (que también le quitó la virginidad). Ese sujeto le llevó al mundo de los ídolos. La milicia observó que él sería capaz de establecer una extraña paz en la mente de todos los habitantes por su extrema belleza. No ha dejado el cargo de centinela; pero tampoco le han permitido volver a dañar su rostro en misiones arriesgadas.

Él investiga dentro de las grandes paredes de Euphium quienes son los verdaderos villanos, mientras, se levanta en el escenario cantando una canción que hipnotiza a todos.


Envenenar: Es la capacidad que permite al usuario atacar a otros con una o varias toxinas, es probable que dentro del cuerpo de este habite una cantidad de estas.

HABILIDADES | DEBILIDADES

• Transmite las toxinas de manera oral. Lo que le permite tener contacto mucho más de cerca con sus víctimas; muchas de ellas mueren con lo que llaman sus compañeros: El Beso de la Muerte. Al matarlos es capaz de observar las almas que salen de su cuerpo; también de hablar un poco con ellas antes que el aire o alguna otra criatura se las trague. El veneno que recorre su cuerpo poco a poco puede dañar sus propios órganos si lo trasmite a través de su sangre para atacar por tanto, realiza una misión por día. Puede besar sin trasmitir el veneno, pero siempre que lo ha hecho (la mayoría de veces) es para asesinar.


—Tiene una maldición en todo su cuerpo. La maldición consiste en albergar tres tipos de almas que son capaces de cambiar su personalidad. Es representada a través del tatuaje de dragón que porta en todo su brazo izquierdo hasta su espalda. Ocurrió cuando intentó revivir a su mejor amigo, no sólo consiguió traer su alma de regresó, sino trajo consigo dos almas de dos poderosos dragones que se metieron dentro de su cuerpo. Actualmente vive con cuatro almas, la suya y dos más. Sin embargo, esto no significa que pueda utilizar poderes de dragones, simplemente aceleran un poco más su habilidad para sanar. Los dragones son capaces de tomar su conciencia, en ocasiones dura incluso cinco horas antes de volver a ser él mismo. Vive en una lucha constante de voluntades.
—Se ha visto con su madre incontables veces, sin embargo, nunca ha sido capaz de decirle a su padre.
—Siente que fue un peso para la relación de ambos, cosa que tampoco menciona. Aun así, intenta proteger lo que su madre nunca pudo hacer —proteger el corazón de su viejo padre—.
—Tiene un amplió conocimientos en artes marciales, aprendidas en la academia militar desde que era joven. Por lo que maneja: Taekwondo, Aikido, Budo, Tai Chi, Kickboxing, Capoeira y su especialidad radica en el Kendo; es un maestro de esgrima japonés.
—No admite abiertamente que su padre es Baltashar Eastwood, sin embargo, tampoco lo niega. Está en esa etapa en la cual prefiere esconder lo mimado que es.
—Su madre es hechicera, lo que implica qué él también lo fue, hasta que se metió en las artes oscuras.
—Sigue manteniendo una grata familiaridad con el padre dragón de su mejor amigo.
—Es capaz de ingeniárselas para adentrarse a un lugar lleno de enemigos. Sus tres personalidades suelen ayudarle a la hora de hacerlo. Por esa razón, entre los centinelas, no habrá alguien que llegue a la altura de su encanto para pasar y ser otra persona.
—Posee conocimientos tanto de hechicería como de artes oscuras, sin embargo, todo aquello viene de los conocimientos de su madre, es incapaz de ejercer un fuerte hechizo por temor de que se convierta en espejo y lo lastime a él o a quien este a su lado.
—Nació en América, sin embargo, luego de su nacimiento se mudaron de inmediato a Inglaterra, por lo tanto, no tiene la menor idea de cómo es su país natal. Su padre nunca le ha querido llevar.
—Nunca traicionara a nadie a quien le agrade, aun siendo este enemigo; prefiere ser quien sea considerado como traidor.
—Tiene un escuadrón especial en los Centinela, la mayoría son compañeros de la escuela militar.
—Fue un militar durante tres años.
—Fue centinela durante tres años también, ahora es ídolo.
—Está enamorado de su padre, pero nunca lo ha admitido abiertamente. Lo que le convierte en un niño mimado porque siempre quiere su atención —aunque no lo admita—.
—Cocina, hace aseo, saca a pasear a las mascotas, mantiene la casa en orden desde que es un niño.
—Tomó clases de cocina en una academia cerca de casa para poder ser un buen “amo de casa” después de todo su padre vivía encerrado en su despacho o laboratorio, por lo que quería hacer un buen ambiente cuando este viniera de trabajar.
—Su especialidad son las comidas extranjeras.
—Tiene de mascota un Husky Siberiano. Su nombre es Ralphye. Lo encontró una vez en la calle de Sibenton de regreso de una misión, el perro le siguió hasta dónde él se encontraba viviendo sin temerle. Por lo que le tomó cariño al pequeño animal, todavía era un bebé y estaba a punto de morir, lo mantuvo en secreto hasta que su padre se enteró. Es cómo su hermanito.
—Quiere tener otra mascota, sin embargo, tener dos gatos en la casa no es una buena idea (su padre es Guepardo).
—Su especialidad es el café cargado, está orgulloso de lo delicioso que queda.
—Le gustan los incestos, pero no soporta a las cucarachas por eso es un obsesionado con la limpieza.
—A pesar de que su padre sea un científico reconocido, viven en una casa familiar pequeña sólo para los tres es Euphium.
—Le gustaría vivir en el campo, admite que es mucho más tranquilo, mucho más silencioso y no tiene a idiotas colgándose en su espalda todo el día.
—Prefiere la tranquilidad de la lluvia.
—Sus compañeros de equipo, suelen admitir abiertamente que lo quieren, él les saca el dedo del medio.
—Es tsundere. Ya de por sí que las tres otras personalidades son cambiantes, él es realmente tsundere.
—Lee las investigaciones de su padre, desde la primera que hizo cuando era más joven hasta la actual, colecciona una cantidad de periódicos dónde hablan de él, y los artículos tanto buenos como malos desde el punto de vista de otras personas.
—Aunque no lo admita es demasiado sobreprotector con su padre, hasta el hecho de arriesgar su vida por la contraria.
—Ama el chocolate.
—Su mejor materia en milicia eran las artes marciales, su peor materia era biología —considerando que su padre es científico, y el necromatico—.
—Nunca se llevó bien con nadie en la escuela normal, hasta que terminó por sí mismo en la milicia con la meta de proteger a su padre.
—Llama a su padre: Balddy cuando están a solas.
—Hasta los seis años le llamo: daddy, desde los siete comenzó con Balddy hasta la actualidad.
—Sí le dices la verdad en la cara suele sonrojarse.
—Nunca es capaz de decirle que no a su padre o a sus compañeros. Pero sí lo hace, será porque esta avergonzado.
—Es fácil descubrir cuando miente, mira hacía todas partes sonriendo como idiota, esto sólo pasa cuando esta alrededor de sus compañeros o su padre que lo descubren fácilmente.
—Su escuadrón es una rama de los centinelas. Él incluso se hace cargo de clases especiales en la milicia con los recién entrados.
—Tiene una gran habilidad con el canto; no acepta que canta bien. Ha sacado varios discos.
—La primera novela que interpreto era un drama sobre yakuzas. Su personaje al igual que él estaban enamorados del padre (mantenían una relación a diferencia de la realidad).
—Odia, a los mentirosos y la comida enlatada.
—No es un buen hechicero, sin embargo, a parte de su habilidad para curar sus heridas con mayor rapidez que un hechicero o necromatico común, es capaz de darle vida a las plantas (irónico, porque es malo en biología).
—Su madre le enseño algunos trucos de magia, o de hechicería blanca; pero le teme a la magia desde que es un niño, por esa razón prefiere entrenar el cuerpo, y un poco la cabeza.
—Es bueno con los números, y letras. Sin embargo… ¡No sabe porque carajo es malo con la biología!
—Los gatos por alguna extraña razón le aman, tal vez porque tiene el olor de su padre en él la mayor parte del tiempo —no sean malpensados, Balddy vive abrazándolo—.
—Las ancianas del barrio le adoran.
—Se siente culpable de la muerte de su mejor amigo, y que su madre se marchara.
—Sus personalidades poseen nombres: Aisent (El nombre de su mejor amigo), Ardus y Atzel (dos poderosos dragones que vivieron en el pasado); Liam los denomina: La triple Alianza: AAA.


NOMBRE DEL FÍSICO: Ookurikara.
ORIGEN: Touken Ranbu.